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Larga vida al libro

Cómo nos hace falta vernos, reconocernos, escucharnos, construir sobre lo común. Los libros pueden ser el puente.

19 de septiembre de 2021 Por: Vicky Perea García

Dice el librero mayor Felipe Ossa, a propósito de los 80 años de la Librería Nacional, que en pandemia el libro físico vivió un momento esperanzador, pese a las perspectivas apocalípticas que muchos preveían.

El libro en tiempos de desesperanza, lejos de desaparecer, volvió a ser lo que siempre ha sido, un refugio, una ruta de escape a la vez que una vía de encuentro con uno mismo, una fuente de aprendizaje y un consuelo, porque incluso cuando un libro narra la dureza del mundo ofrece el consuelo de no estar solo en la experiencia de la vida.

Las librerías en el mundo se ratificaron como una fuente de sanación, una suerte de hospitales llenos de suministros para la mente y el alma. Porque no solo de vacunas vive el hombre, aunque quizá la vacuna más necesaria de todos los tiempos sea la educación de calidad.

Y aún quienes vivían dispersos en pantallas volvieron a la experiencia primigenia de acariciar el papel y la tinta, pues el libro es ese objeto de diseño perfecto al que siempre puede volverse. E incluso quienes han perdido la fe en entes superiores, encuentran en la poesía una oración laica para inflamar de espíritu la existencia.

Se les olvida a las escuelas enseñar el placer de los libros, en medio de la obligatoriedad. Pero no sobra recordar que hay muchas formas de leer, en formato cómic por ejemplo, y temas tan diversos que todo interés humano cabe. Nadie debería ser dejado por fuera.

En pandemia confieso que me volqué hacia los libros de temas científicos, genéticos, o sobre la historia de la evolución humana. Era una forma de rozar la certidumbre en medio de un planeta que parecía recordarnos que somos menos dueños que inquilinos.

Y ahora que vuelven las ferias del libro a recuperar su presencialidad añorada, habiendo ganado con la virtualidad, será tarea de todos no dejarlas languidecer o morir. Reclamar esos espacios necesita de todos.
‘Oiga Mire Lea’ comienza esta semana con la oferta bien pensada y exigente a la que nos tiene acostumbrados. En octubre la Feria Internacional del Libro de Cali llega con gran componente presencial tras un esfuerzo enorme y una apuesta alta.

El Festival de Poesía de Cali acaba de demostrar también la necesidad de las letras y el arte para una sociedad como la nuestra, tan diversa pero herida de desconfianza. Su directora, amenazada de muerte por ser venezolana y haber convocado sectores de todos los espectros, es ejemplo de valentía.

Cómo nos hace falta vernos, reconocernos, escucharnos, construir sobre lo común. Los libros pueden ser el puente.

Sigue en Twitter @PGPaolaGuevara

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