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La rebelión de los filtros

Naufraga el amor propio en estos tiempos, y lo escucho de boca de los más jóvenes, como si el cerebro no terminara de comprender por qué no puede ser su versión filtrada.

5 de septiembre de 2021 Por: Paola Guevara

Esta es la sociedad de los filtros. Cada foto en redes sociales pasa antes por el filtro que intensifica los colores, oscurece los contornos, altera la luz y borra las huellas indeseables de la apariencia.

Y más allá del filtro están las aplicaciones de modificación de las proporciones del rostro, clave para agrandar unos ojos, adelgazar el rostro o hacer más prominentes pómulos y mentón. Inofensivo, hasta que el filtro se confunde con la realidad, y la realidad termina sintiéndose ajena. Enamorados de la versión alterada de sí mismos, muchos dejan de reconocer las facciones que les arroja su propio espejo.
La realidad del rostro hiere los ojos. Las proporciones del cuerpo contradicen el modelo autoimpuesto. Ya no es la mirada del otro, sino la propia, a la que hay que tener.

Naufraga el amor propio en estos tiempos, y lo escucho de boca de los más jóvenes, como si el cerebro no terminara de comprender por qué no puede ser su versión filtrada. Y en cambio hay que convivir con la dureza de la imperfección y la mortalidad y el envejecimiento y la decadencia del paso del tiempo.

La legislación de varios países ya comienza a introducir métodos correctivos, como la obligación de advertir si una foto ha sido retocada, filtrada o alterada para hacerla lucir de cierta forma.

Y ganan terreno los movimientos que invitan a un retorno al realismo de las fotos, en especial por parte de las celebridades que comienzan a mostrar sin filtro el paso de los años, las caras lavadas, las estrías y la vida sin afeites, el retorno a las curvas, los kilos, la diversidad de las formas.

En los tiempos de las fake news y los fake looks se abre la ventana a la reivindicación de la diferencia, y gana prestigio la capacidad de compartir con el mundo la propia vulnerabilidad, la capacidad de reír de los prototipos impuestos como hace Celeste Barber, o la capacidad para celebrar la vejez del cuerpo y la vitalidad del alma, como hace Iris Apfel, la famosa instagramer de 100 años.

Los mejores filtros, los que deberíamos poner sobre cada instantánea de la vida, siguen siendo el humor, la aceptación de nuestras rarezas y el respeto por las diferencias.
Sigue en Twitter @PGPaolaGuevara

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