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La deforma tributaria

Una vez retirada la propuesta, cabe analizar la responsabilidad política de haber llevado una situación tan tensa al límite.

2 de mayo de 2021 Por: Vicky Perea García

Hemos pasado días de terror, cercados en nuestra propia ciudad, prisioneros voluntarios en esta suerte de guerra civil no declarada.

Los gases lacrimógenos subieron, ardieron las vías bloqueadas, se oyeron petardos estallando a lo lejos; dispararon al aire, o a la cara; pulularon los enfrentamientos. Quemaron bancos y saquearon almacenes. Hubo excesos policiales. Creció la paranoia de una ciudadanía que se supo desprotegida.

La violencia casi logra desviar la atención sobre la verdadera razón de las protestas: la Reforma Tributaria.

Haber insistido en ese descalabro anunciado, por parte del Gobierno, arrojó una chispa sobre la hierba seca.

Una vez retirada la propuesta, cabe analizar la responsabilidad política de haber llevado una situación tan tensa al límite. Tanta terquedad e insensatez deliberada del Gobierno, ¿a quién convino?, ¿qué clima político procuraba?

Se perdió tiempo valioso, al salir a maquillar la deformidad de la reforma, al intentar quitarle pedazos a ese Frankenstein impresentable para, finalmente, retirarla. ¡Costó vidas! ¡Costó heridos! Solo para empezar.

Saquen el vandalismo de la escena por un momento y vean la realidad de una ciudadanía pacífica, de todos los estratos y sectores, que viene pagando un costo muy alto por intentar seguir a flote en medio de la pandemia.

Para unos, proponer de espaldas al sentir nacional es cálculo político; para la inmensa mayoría de la gente, la diferencia entre el filo y el abismo.

Por eso lo ocurrido el sábado en Cali, y en varias ciudades, dio un giro contundente a la situación: marchantes pacíficos, por miles, no se dejaron arrebatar la voz, ni el derecho constitucional a la protesta, y sin destrucción de los bienes públicos y privados devolvieron el foco robado al punto central. Para ellos es esta victoria.

Intentarán decir que por cuenta de los marchantes vendrá un cuarto pico de la pandemia, pero lo cierto es que no pudo ser más inoportuna esta propuesta de reforma, en medio del tercer pico nacional. ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?

Primero fue la docena de huevos a $1.800, del ministro Carrasquilla, en franca desconexión con la realidad que pretende reformar, la versión nacional y moderna del “a falta de pan, buenos son pasteles”, atribuido a María Antonieta.

Ojalá el sucesor del Ministro de Hacienda entienda la responsabilidad histórica que le compete, y más allá de una burbuja en Palacio comprenda la complejidad de la Colombia real. Su misión será sanar las heridas abiertas.

Sigue en Twitter @PGPaolaGuevara

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