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De marcha por Cali

Cada año un grupo de entrañables amigos viene de visita a Cali...

8 de diciembre de 2014 Por: Paola Guevara

Cada año un grupo de entrañables amigos viene de visita a Cali por tres días para el que hemos bautizado ‘Tour gastronómico que cambiará tu vida y tu figura para siempre’, sin más propósito que pasarla bueno. Y como lo bueno hay que compartirlo, aquí va una breve lista de razones para romper la dieta.El día 1 comienza temprano en la plaza de la Alameda con un buen caldo de costilla, empanadas crocantes de doña Nelly y morcillitas de Carolina con guiso del bueno. Ir por pan recién horneado al barrio La Flora, en Dulce Factoría, donde el panadero Juan Manuel Castillo los hará adictos a su croissant de frutos rojos con crema de almendras y a su pan de chocolate que se deshace cremoso en la boca. Deténgase por unos pandebonos calientes de la panadería Montecarlo antes de llegar al Hotel Movich donde se completa el desayuno con los alucinantes huevos con pomodoro, mozzarella, espárragos y corazón de alcachofa.Emprender el viaje hacia la vereda de Santa Helena, en zona rural de Amaime, (perderse es parte del plan) y llegar por señas a El Requerdo, con Q, una casita perdida en la inmensidad del Valle donde María E y su hija Ximena los recibirán con vino de uva Isabela con hielo perfumado por flores de anís. Brinde mientras sale a recorrer el parral y pruebe el tentempié (pastelillo de maíz con salsa de uva Isabela y queso de hogar, champús de Castilla con receta ancestral y sanduchito de carne en salmuera) y no se vaya sin las conservas de mango viche.Respirar profundo para hacer espacio y pasar a Ginebra para el infaltable sancocho y, de regreso en Cali, desabrocharse en cinturón para probar los cholados de las Canchas Panamericanas, los rollitos fritos de chontaduro con mermelada de ají y el fufú de camarones de Platillos Voladores, en Centenario. Y añada unas sultanitas de plátano guayabo maduro, rellenas de camarones encocados o queso azul, de La Comitiva, en San Fernando.Calmar la sed con una luloshka (lulada con vodka) del Patio Valluno, cerca de las empanadas del Obelisco que son un clásico cuando comience a caer la tarde; subir dos calles desde ahí para probar las tostas de mero con tabule, berenjena y crocante de nueces y caramelo de cocacola del Escudo del Quijote para recargar fuerzas, antes de subir una cuadra a pedir helado de breva o de guayaba coronilla en Calathea.Para la cena, nidi di rondini (lasaña siciliana) con pasta fresca hecha al instante en el siempre exquisito Macarroni's de Granada, pedirle a Salvatore un limonchelo para la digestión y terminar con un café árabe bien cargado en Litany, donde Malaki los animará a seguir comiendo por mil y una noches más. Fin del día 1.No caben en el espacio de esta columna los demás días ni las innumerables delicias de esta tierra bendecida con buena comida, por eso invito a los amables y golosos lectores a completar entre todos este récord de recomendados. Digiérase, publíquese y cúmplase.

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