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CaliExposhow: ay, cómo hemos cambiado...

Hasta hace cuatro años, el público que asistía al Caliexposhow no...

20 de octubre de 2011 Por: Paola Guevara

Hasta hace cuatro años, el público que asistía al Caliexposhow no miraba los vestidos. Miraba a las modelos y se deshacía en aplausos, silbatos de aprobación y hurras de frenesí cada vez que veían sobre la pasarela a una presentadora de televisión o actriz reconocida. Y estas divas, a su vez, como si acabaran de bajar del monte, devolvían el saludo con la mano, enviaban besos como si estuvieran en pleno reinado de Cartagena y hasta aplaudían para devolver el gesto de amabilidad del público. Qué bochorno. Muchos estuvieron a punto de gritar “esa es, esa es” cada vez que les parecía linda la modelo. Sí, lo que menos importaba era la colección en la que el diseñador había invertido un año entero de sudor, conceptualizando, fabricando y editando. Y lo peor de todo es que, al final, la prensa no registraba sus mejores propuestas, ¡y tampoco las peores! Lo único que merecía primera página era el voluptuoso cuerpo de la presentadora-modelo de turno –ojalá Carolina Cruz- en un diminuto bikini con el logo del patrocinador del desfile. Cómo ha mejorado Cali en estos años, cómo alegra ver el comportamiento de la gente, que ha entendido que se aplaude sólo al final de las pasarelas, que el mejor vestido no es el que se parece más a un árbol de Navidad pornográfico, que no se rechifla a la modelo que da un traspié en pasarela, o que la atención debe estar centrada en la propuesta de moda y no sólo en la celulitis o el volumen de los implantes de la modelo. A propósito de modelos, ahora se ven cuerpos naturales, el CaliExposhow contribuyó a romper la nefasta idea de que caleña que se respete debe estar precedida por dos implantes del tamaño de Júpiter para ser deseable y atractiva. Las modelos, al pasar por el ojo crítico de los más grandes diseñadores internacionales, descubrieron que la naturalidad y la armonía de sus cuerpos era más importante que el fetichismo de la silicona. Y cuánto han cambiado los diseñadores locales, que cada vez más ponen en práctica las lecciones dadas por maestros como Oscar de la Renta, Cavalli, Alberta Ferretti o Moschino, sobre la coherencia y el hilo conductor que debe tener una colección, sobre la importancia de no dejar al azar ningún detalle de la puesta en escena, desde la música hasta la elección de modelos, sobre la importancia de sorprender con nuevas propuestas en lugar de sacar año tras año más de lo mismo.Quienes piensan, con ignorancia y ‘mamertismo’ que el CaliExposhow es un “embeleco para los ricos, mientras la ciudad sufre tantas necesidades”, pierden de vista que hay transformaciones sutiles pero importantes y contundentes a largo plazo, como la de exponer la imagen positiva de una ciudad a la mirada del país y del mundo. Cada invitado, empresario o periodista que llega al CaliExposhow es un agente multiplicador de las cosas buenas de la ciudad, y cada persona que deja sus prejuicios de lado y se abre a la experiencia de una feria –de cine, de teatro, de espiritualidad o de moda- es un ciudadano que crece en cultura y expande su mentalidad.¿Quién dijo que todo tiempo pasado fue mejor?

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