El pais
SUSCRÍBETE

Cali lee

Dos semanas intensas acaban de terminar con ocasión de la Feria Internacional del Libro de Cali y así como se señala a menudo lo malo, también es necesario reconocer cuando un evento de ciudad, sobre todo cultural, tiene tantos aspectos positivos por resaltar.

22 de octubre de 2017 Por: Paola Guevara

Dos semanas intensas acaban de terminar con ocasión de la Feria Internacional del Libro de Cali y así como se señala a menudo lo malo, también es necesario reconocer cuando un evento de ciudad, sobre todo cultural, tiene tantos aspectos positivos por resaltar.

El Bulevar del río, gran acierto como sede de la Feria, pues las charlas con los escritores tuvieron el rumor del río por banda sonora y a los árboles como otra presencia viva, verde, vital.

El público caleño, presente, emocionado, cálido y receptivo al encuentro con sus escritores. Me sentí orgullosa del nivel de las preguntas de los asistentes a las diversas charlas, aunque varios autores se sorprendieron de no encontrar más público del rango juvenil universitario, y lo preguntaron extrañados.

Otro acierto, las alianzas que tejió la Feria con las universidades y los medios de comunicación. Las carpas de El País y de Arcadia, siempre llenas y con una agenda envidiable de autores muy diversos.

Esa diversidad fue otro aspecto vital, pues además de estrellas internacionales, como el gigante de la novela policial y social Élmer Mendoza, y la brillante escritora catalana Nuria Amat, que no sólo habló de libros sino de la coyuntura política española, la Feria contó con una inteligente selección de escritores nacionales. Menciono solo a dos monstruos que deberían ser mucho más conocidos, leídos y comentados de lo que ya son: Juan Cárdenas y Evelio Rosero. Leerlos es un deleite y tenerlos en una feria, un honor. Ser testigo del lazo que tendieron con su público nuevo, llena de esperanza en esa Cali lectora que todos soñamos.

Las mujeres, presentes y con voces poderosas desde muchos terrenos, y para destacar dos caleñas: Carolina Andújar que hizo temblar de emoción, literalmente, a sus lectores, que la idolatran por hacerlos viajar a mundos fantásticos de brujas, vampiros y sirenas sin el complejo de lo local y con la solvencia de su ingenio global. Y Amalia Andrade, la literata e ilustradora caleña que -valiente- demuestra que hay otras formas posibles de narrar y de conectar con los lectores, con humor, ingenio, profundidad y creatividad.

Como el espacio de una columna no alcanza para mencionarlos a todos, recomendaciones finales: leer en voz alta para los niños (consejo del poeta Santiago Espinosa), volver a escribir a mano para sentir la escritura como artesanía del alma (consejo de Evelio Rosero), no dar consejos de escritura ni limosnas sino darse uno mismo por completo (consejo de Élmer Mendoza), jamás decirle a un niño que no hable con extraños porque se destruye en ellos al viajero recursivo del futuro (consejo de ‘Renunciamos y Viajamos’) y que no haya otro niño que llegue a 5º de primaria sin haber tenido maestros que le lean cuentos por puro placer (consejo de un docente anónimo que lo mencionó en una charla sobre poesía infantil). Hasta el sábado hubo más de 160 mil visitantes. En total, 190 eventos y 150 invitados.

Felicitaciones a los organizadores, pocos pero con mil brazos y la sonrisa del deber cumplido.

Sigue en Twitter @PGPaolaGuevara

AHORA EN Paola Guevara