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Seguridad, la ‘megaobra’ que sí urge

Para efectos de esta columna, recogí más de 30 testimonios de víctimas del hurto en la ciudad. Y realicé un sondeo en el que la mayoría de preguntas las respondieron 300 personas.

21 de abril de 2021 Por: Paola Andrea Gómez Perafán

“Hace unos meses un hombre en moto se subió al anden, se me acercó y me haló el maletín, instintivamente yo me defendí y ambos caímos al piso, él en la moto, y logró arrastrarme unos metros. Como no solté el maletín, arranco y el terror de pensar que iba a dar la vuelta, que mi hermana iba a bajar con mi hijo y nos iba a matar fue espantoso. Yo gritaba y nadie me ayudaba. Los segundos posteriores fueron terriblemente angustiosos, me dolía el brazo, los raspones, el ego, mi ciudad y la humanidad”.

La historia de Catherine Arteaga no puede describir mejor lo que nos pasa a quienes amando esta ciudad, nos aterra lo que aquí ocurre. Como el de ella hay miles de relatos que duelen, como el asesinato del deportista Jorge Felipe Tobón el domingo en las Tres Cruces. Se fue a hacer deporte, defendió a su novia para que no la violaran, y los asesinos lo mataron con arma blanca. Increíble.

Para efectos de esta columna, recogí más de 30 testimonios de víctimas del hurto en la ciudad. Y realicé un sondeo en el que la mayoría de preguntas las respondieron 300 personas. El 85% dijo que el principal problema de Cali es la inseguridad; el 92% dijo no sentirse seguro en los espacios públicos ; el 63% aseguró haber sido víctima, o alguna de sus personas más cercanas, de delitos de alto impacto; el 75% considera que las autoridades no hacen lo suficiente para garantizar la seguridad. Y frente a la controvertida propuesta de crear brigadas ciudadanas para combatir el hurto, el 57% dijo que no, frente a un 43% que se inclinó por el sí. La desesperación así nos tiene.

Las cifras se cuentan solas. Estamos aterrados. Salimos de casa rezando para que no nos roben y por ahí derecho nos dejen sin vida, porque en situaciones de choque nunca sabemos cómo vamos a reaccionar. Y no debería haber nada más importante para las autoridades que ofrecerle tranquilidad a la ciudadanía bajo su techo común.

Tampoco vamos a pretender que en una administración aparezca la fórmula mágica para devolverle la paz a una ciudad con profundas desigualdades y sectores donde la vida vale un celular. Ni creer que la solución sean las brigadas de seguridad, que ineludiblemente nos traen a la mente las convivir y por ahí derecho la justicia a mano propia.

No puede ser que esta Cali amada nos recuerde a diario la incertidumbre de saber que es tan difícil andar en ella. Algo definitivo tiene que hacerse, más que darnos golpes de pecho cuando un crimen como el del deportista nos abre la herida para recordarnos dónde vivimos. Y que se priorice la seguridad, antes que más megaobras, ferias y cuanta cosa se atraviesa para gastar recursos y pagar favores.

Porque de nada sirven parques tecnológicos ni una Sexta remodelada cuando no somos capaces de garantizar la vida a quien un domingo sube a hacer deporte al cerro de su ciudad. 
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