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Petición a Francisco

“Que deje de ser un jefe de Estado para convertirse en un...

14 de marzo de 2013 Por: Paola Andrea Gómez Perafán

“Que deje de ser un jefe de Estado para convertirse en un pastor”. La frase de la hermana Alba Stella Barreto, luchadora infatigable de la gente más humilde de Aguablanca, define de manera perfecta lo que muchos hoy esperamos de Jorge Mario Bergoglio como nuevo papa. Quienes conocemos el trabajo de esa misionera humilde entendemos la fuerza de su mensaje. Ella, que lleva años redimiendo adolescentes e impulsando de manera quijotesca cuanta iniciativa alumbra las vidas de esa Cali que muchos ignoran, dice también que no quiere esos trajes suntuosos y viviendas lujosas, que nada tienen que ver con el Jesús de Nazareth que andaba en sandalias y túnica.En las primeras de cambio nos cuentan que Francisco lleva una vida austera y ejemplar, que viaja en subterráneo en Buenos Aires, que prefiere el bajo perfil, que se conmueve con el dolor de las protestas sociales de la Plaza de Mayo, que visita a las víctimas de las tragedias en los hospitales y que ha sido vocero del pueblo contra los abusos del kirchnerismo. Buen síntoma para una iglesia que, como lo ha expresado nuestro arzobispo, monseñor Darío Monsalve, necesita volver al Reino de Dios, necesita humanidad, tender puentes. Necesita esa sensibilidad por lo social que, en su condición de jesuita, Francisco nos puede ofrecer. Porque, más allá de la euforia que nos produce que sea latino, está esa necesidad inmensa de que el máximo jerarca católico sea un hombre muy humano, cercano, amigo de los humildes, ausente de los excesos.Lo que sí no va a cambiar (claro, ya era mucho pedir) es la posición de la Iglesia frente al aborto y el matrimonio gay, dos temas en las que se ha mostrado crítico férreo en su país. Entonces tampoco cambiará la postura arcaica de estigmatizar el uso del condón, cuando está científicamente probado que es la opción más clara de prevenir unas de las plagas más grandes del mundo moderno: el sida.Pero qué bueno sería que el pastor de esa Iglesia de 1200 millones de seguidores en el mundo combatiera la corrupción y el despilfarro por el que tanto se ha criticado a la jerarquía católica. Qué bueno que ese papa latino tomara como su bandera la lucha contra la pedofilia y sacara de las filas a aquellos sacerdotes que cometen abusos y violaciones contra la niñez. Qué bueno sería que Bergoglio entendiera el reto histórico que enfrenta como Sumo Pontífice de una comunidad que por culpa de esos pecados sufre una fuga de fieles, al tapar lo que a todas luces es inconcebible.He escuchado buenas impresiones de los fieles que lo vieron sonreír en su primera salida como Santo Padre. Dicen que les evoca a Juan Pablo II y que el acto de humildad de pedirles a los fieles una bendición antes de él darles la suya, es una buena señal.Yo me conformaría con saber que quien rige desde ayer los destinos de la Iglesia Católica sea como lo sueña la hermana Alba Stella Barreto: un pastor y no un jefe de Estado.