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Pensemos en Colombia

Qué lejos estamos de que la nuestra sea una fiesta electoral, y qué cerca de perpetuar una guerra electoral, que nos mantenga en nuestro habitual estado de división, de marcación por clases, de indolentes y primera línea.

19 de junio de 2022 Por: Paola Andrea Gómez Perafán

Hoy no solo sabremos quién será el nuevo presidente, sino qué tan dispuestos estamos para asumir el triunfo o la derrota de nuestro candidato. Hemos vivido una de las campañas más tensas de la historia, donde la crispación social y el discurso violento han sido protagonistas, empezando por los mismos contendores y sus escuderos. La discusión de ideas serias ha sido la gran ausente, relegada al plano de las respuestas destempladas, que nos alejan de ser una sociedad seria.

Las bodegas llenas de odio y estrategias de guerra sucia, los videos filtrados de aquí y de allá, las citas fuera de contexto o en él, las aclaraciones que oscurecen, la bajeza al exponer los dolores más profundos, los seguidores amenazándose, muchos periodistas activistas en campaña, columnas despublicadas, investigaciones infladas con chismes, el todo vale a la hora ‘defender la democracia’ o ‘evitar que nos gobierne un loquito’.

El ambiente propicio para que surjan noticias falsas o ciertas sobre un nuevo estallido social esta tarde, en caso de que no gane… La alteración absoluta de la tranquilidad, que revivió el fantasma del paro del 2021, al punto que hoy vemos almacenes y sedes bancarias forradas en su exterior, con paredes provisionales que las protejan si se dispara el vandalismo. Y familias que se han aprovisionado, como en los meses más difíciles de la pandemia, de alimentos y gasolina, por si algo grave pasa.

Cali está de nuevo en la mira del país. Los ministros de Defensa e Interior lideraron el viernes aquí un consejo de seguridad para difundir el operativo diseñado en nuestra región, con el fin de evitar alteraciones al orden público, durante y después de las elecciones. Increíble, no es una operación normal, es una estrategia para mitigar el miedo, la angustia, para que usted y yo votemos en paz.

Las dudas sobre la transparencia en torno a los resultados, basadas en los errores cometidos en los escrutinios de marzo de Senado y Cámara, que nos dijeron fueron corregidos en la primera vuelta a la Presidencia, también han empañado esta elección, con un Registrador al que le ha tocado repetir una y mil veces que es de fiar, que está listo para brindar resultados reales, y que está rodeado de una amplia veeduría interna y externa.

Qué lejos estamos de que la nuestra sea una fiesta electoral, y qué cerca de perpetuar una guerra electoral, que nos mantenga en nuestro habitual estado de división, de marcación por clases, de indolentes y primera línea. Pero hoy, un día histórico en el que seguramente no habrá un amplio margen de diferencia entre los votos de uno y otro candidato, el reto no es solo para un nuevo presidente que sea capaz de entender que gobernará para la mitad +1 , sino para toda una Nación que lo necesita. Bonitas costumbres han cogido mandatarios locales y nacionales de dirigir con diligencia para la gente que les gusta y dilatar o ignorar las peticiones de los que no les gustan. Algunos parecen felices bloqueando e insultando a quienes los critican. Terrible.

Pero además de la responsabilidad que tiene el sucesor de Duque, de gobernar para quien lo eligió y quien no, usted y yo tenemos un reto igual o más necesario: recomponer las relaciones sociales fracturadas, luego de esta campaña política precedida de un paro que nos distanció tanto, en lugar de sensibilizarnos frente a la inequidad y la protesta, por la forma en que terminaron ciudades como la nuestra, bloqueadas, vandalizadas y con una estela de muertes aún sin esclarecer.

Estemos a la altura del momento. Pensemos en Colombia, en nuestro hogar, pensemos en el país que queremos dejarles a nuestros hijos, en la necesidad de deponer odios e intereses y de buscar un bienestar común, sin resentimientos ni señalamientos. Pensemos en ese mañana que debemos construir y en la urgencia imperiosa de trabajar juntos, si de verdad queremos que este país sea viable. Pensemos que es posible empujar para el mismo lado, porque al final es la única manera de que logremos salir adelante.

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