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Payola

Bendita doble moral que nos permite ver la paja en el ojo ajeno. Maldita payola que al que tiene lo sube al cielo y al que no tiene, que se lo lleve el diablo.

23 de noviembre de 2017 Por: Paola Andrea Gómez Perafán

“Soy una persona luchadora en la música y vivo tratando de hacer cosas y grabo. Lo que pasa es que en algunas oportunidades uno va a las emisoras y lo que piden es exorbitante para tocar las canciones. Pero uno no puede trabajar para darle plata a una emisora”.

Lo dice Jhon Lozano, ex vocalista de Guayacán Orquesta y la voz de uno de los himnos de esta ciudad: ‘Oiga, mire, vea’. Lo dicen también decenas de cantantes de tantas otras orquestas, a las que les cuesta un ‘jurgo’ que programen su música en la radio comercial y que muchas veces tienen que pegar primero en los sitios nocturnos o en los circuitos underground para que por ovación del público los tengan que hacer sonar.

Esta práctica legendaria a la que se conoce como payola: “págame para hacerte sonar” ha pervertido por décadas el mundo de la música. Y es uno de esos secretos a voces de los que todo mundo habla pero nadie se atreve a probar, porque así funcionan las cosas.

Por estos días, quizás por la llegada del fin de año, la payola anda de boca en boca, en señal de indignación. Por fortuna, cada vez tiene menos poder, frente a las tecnologías que permiten escuchar otras voces y no solo lo que las ‘transnacionales del negocio’ quieren, como las definió ayer en una entrevista a Caracol Radio Pablo Milanés.

El cubano dijo también que el reguetón es “un ejercicio absolutamente económico, no artístico ni poético ni espiritual. Yo creo que todas esas groserías que se hablan en la mayoría de esas canciones demuestran que desde el punto de vista artístico es nulo. Es una empresa millonaria que generan las grandes transnacionales, pero el arte no existe. Lo que existe es el dinero”.

Más allá de las críticas a una industria corrompida queda la reflexión de cómo una práctica como la payola sigue vigente, a pesar de ser ejemplo de las muchas formas de micro corrupción que hacen parte de nuestra cultura y que como un pulpo tiene brazos en todos los ámbitos de la sociedad.

Porque cuando usted paga porque lo metan adelante en la fila del concierto está dando payola. O cuando le da al guarda platica, para que no le apunte la multa. O cuando le da una cuota mensual al cacique político que le ayudó a conseguir puestico. Y cuando hace la llamadita para que le den un contrato está perpetuando la payola, el soborno, el truquito, la maroma... ¡ay bendito!

Y luego nos aterramos de corruptelas como Odebrecht, Reficar, el cartel de la toga y otros demonios que son a gran escala la consecuencia de tolerar las que creemos conductas inofensivas como pagar por salir del apuro. Bendita doble moral que nos permite ver la paja en el ojo ajeno.
Maldita payola que al que tiene lo sube al cielo y al que no tiene, que se lo lleve el diablo.

Sigue en Twitter @pagope