El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Artículo

Olimpa Solano, la melómana de cien años

Tanto que agradecerle a doña Olimpa por ese legado a su familia y a muchas más de esta Cali Pachanguera y melómana

10 de abril de 2022 Por: Vicky Perea García

En un rincón del alma caleña la vida fluye a ritmo de vinilos. Es el hogar de los Solano, en la urbanización Barranquilla, donde la música se hereda de manera intravenosa y donde solo hay espacio para la complicidad y la ‘queridura’. Una familia de gente cálida, que simboliza la tradición musical de esta tierra, de la manera más auténtica, sin presunciones, sin aspavientos, pura pasión.

En el mundo melómano los Solano son una institución. Y en la carátula de esta historia aparece en primer plano Olimpa Solano Libreros, la matrona que esta semana cumplió cien años, y quien suspira al escuchar a Daniel Santos, así como esos danzones que iluminan su rostro, mientras sigue el compás con sus manos, en un ritual que se disfruta al verla extasiada, plácida, eterna.

Todo empezó hace mucho ya, cuando su madre, Celia Libreros, recorría los negocios de Dagua, convenciendo a sus propietarios, entre tintero y tintero de aguardiente, para que le vendieran sus elepés. O cuando se
pegaba el viaje a Buenaventura para descubrir las joyas que llegaban en los barcos.

Una pasión que le impregnó a Olimpa y a Luis, dos de sus hijos, quienes sumando los pesitos que les daba su padrino y lo que les dejaba la venta de pollos y huevos, fueron reuniendo para abrir el bar El Trapiche y luego Cachipai, reconocidos por la música que allí se escuchaba. Luego, con las sedas que le traía su papá de Buenaventura, Olimpa cosía preciosos vestidos para la venta y así reunir para comprar más discos. Todo giraba en torno a esa vitrola de antaño, que con el tiempo se fue moviendo a distintos lugares a los que los Solano se trasladaban, al paso que avanzaban las obras de la Vía al Mar, teniendo cautiva la clientela de trabajadores que había en esa gran obra de ingeniería, según recuerda Grégory, el buen hijo de Olimpa que volvió a casa, después de vivir por años en Washington, de donde también traía decenas de long plays.

En la terraza de la urbanización Barranquilla, un templo de culto a la melodía, aparecen miles de discos junto a una consola con dos tornamesas, ecualizadores, amplificador, un mezclador finísimo marca Rane, mini disc, portavideos, porta cartuchos y hasta cilindros Edinson que evocan los primeros formatos de la música.

Dicen los que saben que puede haber más de 30.000 discos. Pablo Emilio, el reconocido melómano hijo de Olimpa y guardián de la colección, responde ante la pregunta, con ese acento valluno tan suyo: “Hay bastanticos oís, pero nunca los he contado”. Y Alfonso, el otro hijo de doña Olimpa, se encarga de cada detalle para que el lugar luzca perfecto, como el retrato de la bella Olimpa en sus años maravillosos, rodeada de imágenes de grandes de la música.

En medio de una tarde de abril, la elegancia de Olimpa, vestida de flores que combinan con las rosas y el girasol que llegaron por su celebración, hubo espacio para un diálogo entre madre e hijo, de esos que nunca pueden olvidarse:

-Para usted qué es la música, ‘Paólim’.

Le dijo Pablo a Olimpa, como la llama jugando con las sílabas en desorden de su nombre, para arrancarle unas palabras que la melómana centenaria recitó:

-Ay, mijo, eso es como... qué te digo yo... cuando uno tiene algo que quiere muuuuucho y pasan unos días y no deja de ser eso que uno está esperando... que ese ser que está allí cantando no deje de cantar.

Tanto que agradecerle a doña Olimpa por ese legado a su familia y a muchas más de esta Cali Pachanguera y melómana, donde la vida se sazona a punta de salsa, bolero, montuno y guaguancó. Gracias, familia Solano, por inspirarnos con su ejemplo, a quienes disfrutamos buscando esa melodía que toque las fibras del corazón. 

Sigue en Twitter @pagope

Los 100 años de Doña Olimpa Solano, la 'mamá' de los melómanos y coleccionistas de Cali