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La nueva normalidad

La vida no volverá a ser la misma. Por mucho tiempo habrá que mantener el distanciamiento social, andar con tapabocas o careta antifluido,

20 de mayo de 2020 Por: Paola Andrea Gómez Perafán

La vida no volverá a ser la misma. Por mucho tiempo habrá que mantener el distanciamiento social, andar con tapabocas o careta antifluido, separarse en el transporte público, evitar la aglomeración; bañarse y arrojar la ropa a la canasta cuando regreses de la calle, desinfectar los alimentos, lavar las manos decenas de veces, y cuidar que no te falte alcohol normal, alcohol glicerinado o gel antibacterial en tu arsenal de limpieza. Hasta descubrimos que existe el amonio cuaternario: un super-desinfectante, que parece venido de la ficción.

Nada volverá a ser igual. O al menos por largos meses. Tendrás que habituarte a decenas de protocolos de bioseguridad, a uno que otro tamizaje, a las pruebas rápidas y a las más completas, a los reportes de infectados, recuperados y muertos; a las noticias de los países que retoman la vida, de los que tuvieron que volver a cuarentena y de los que cantan victoria porque todo ha salido bien.

Sin duda, lo que antes veías normal, ya no lo será. Habrás de evitar ese saludo cálido tan tuyo, tan nuestro; dejar de sentirse extraño con el extraño saludo de codos, aprender a sonreír con la mirada, habituar el oído al sonido de la voz que se cuela entre una tela que ahora cubre la boca, y desarrollar una y mil maneras de manifestar el afecto.

Todo parece tan complejo, pero a la final no lo es tanto. Porque más allá de esas cosas que parecen abrumadoras hay una nueva normalidad que trasciende los evidentes cambios de hábitos o el cómo irás ahora al centro comercial.

Ojalá que todos estos días raros nos hayan servido para pensar en lo que realmente importa. En la manera como enfrentamos el mundo. Ojalá hayamos asimilado que si hay un momento para cambiar y entender de qué se trata la vida, la humanidad, es este.

Que tanta angustia no haya sido en vano. Que hayamos aprendido a dar las gracias y a ayudar a quienes el Covid devastó económica y emocionalmente. No los mandes a reinventarse, ayúdales a reconstruirse. Que sea el momento para revisar tus fibras y desconectar las que te llenan de egoísmo, soberbia, insensibilidad y otros demonios.

Esa sí sería una nueva normalidad. En la que a pesar de las distancias de cuerpo nos acercamos de alma. En la que nos desinfectamos de la vanidad y el engreimiento. En la que mandamos al confinamiento el culto a lo material y sacamos de la cuarentena nuestra verdadera esencia, sin máscaras, sin miedo a la presión social. Al final todas esas nocivas cargas que hicimos tan importantes son una destructiva pandemia que nos mata en vida, sin darnos cuenta. Y cuánto daño nos hacemos. No es tan difícil, solo se trata de silenciar el ruido de la estupidez y escuchar más a nuestro corazón. 

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