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¿Hasta cuándo, Cali?

Entonces qué, ¿nos resignamos a ver cómo se nos esfuma Cali de las manos?

20 de junio de 2021 Por: Vicky Perea García

Entonces qué, ¿nos resignamos a ver cómo se nos esfuma Cali de las manos? ¿A seguir contando muertos y buscando desaparecidos? ¿A registrar noches de terror, enfrentamientos y angustia? ¿A continuar viendo cómo incendian los buses del MÍO, camiones y vehículos, con una sevicia inexplicable? ¿A que el bloqueo se vuelva regla y haya zonas vedadas? ¿A que se cierren negocios porque los queman o roban? ¿A que la gente que necesita salir a laborar pase horas esperando un pirata, que les acerque a su lugar de trabajo? ¿A que cuando creíamos que todo mejoraba, todo vuelva a empeorar?

Cuánto tiempo más, por Dios. No puede ser que esta semana termine con un nuevo registro de muertos, enfrentamientos y bloqueos, los mismos que se creían despejados hasta que a alguien le da por volver a bloquear. O a que incendien un camión y lo atraviesen en la vía como pasó el viernes en La Luna y cerca a Puerto Rellena. O a que nos digan para todo que hay unos grupos infiltrados que quieren desestabilizar, cada vez que no tienen idea de lo que está pasando.

No podemos seguir devolviendo la película una y otra vez; necesitamos recuperar a Cali, avanzar. Que los controvertidos diálogos del Alcalde y la llamada Primera Línea surtan efecto para ellos y para la ciudad. Si se están gestionando programas de financiamiento solidario por parte de la Alcaldía y la Gobernación, que se cristalicen de manera pronta. Pero también que los manifestantes cumplan con lo pactado y no vuelvan a bloquear. Y que tampoco se laven las manos con el vandalismo que pasa en sus narices.

Que haya un proceso de reconstrucción en sectores con heridas muy profundas como Siloé, Paso del Comercio, Puente de los Mil Días, Calipso, Puerto Rellena, Meléndez, Terrón, entre otros puntos donde se han dado cita los enfrentamientos. No solo con salidas cosméticas y ‘pintatones’ sino con una real inversión humana y económica. De esa que tanta falta ha hecho.

Quizás después de todo lo ocurrido, si alguna vez termina, Cali nunca volverá a ser igual. O quizás retornará a esa extraña normalidad que más parece un estado de inercia, en la que todos nos acomodamos, cada quien en lo suyo y con los suyos y parte sin novedad. Ojalá que no.
Porque si no somos capaces de entender que a la vuelta de un tiempo no muy lejano la inequidad y la desatención nos pueden pasar una cuenta de cobro más alta que la actual, estaremos de nuevo llorando sobre la leche derramada.

En ese contexto, resulta muy oportuno el punto de vista del director de Cisalva, Adalberto Sánchez, quien dijo en este diario que esta puede ser una oportunidad para Cali de recomponer su modelo socioeconómico. “Para ello necesitamos una sociedad más solidaria y no solamente caritativa. La sociedad caleña debe apostarle a eso no como un costo, sino como una inversión”. Y más adelante señala que “la apuesta es un nuevo contrato social con el que se pueda recuperar esa condición de legalidad y de civismo, no pensando de manera individual competitiva, sino cómo vamos a estar todos bien, respetando las diferencias de tipo económico y facilitando los espacios para que otros logren ese progreso”. De acuerdo. Por ahí es la cosa.

Pero sin duda, para salir de esta dura crisis necesitamos un liderazgo propositivo real y unido que convoque a todos los sectores. Un Estado presente siempre, no de ‘a raticos’. Una autoridad que restablezca el orden y acabe con esta anarquía. Y un gobierno local que trabaje para toda la ciudad, sin lapsus preciosos, mensajes ambiguos y palabrerías.

Ya es hora de que cada quien asuma su responsabilidad y recompongamos el rumbo. De lo contrario nos seguiremos preguntando una y otra vez, con rabia y desconsuelo ¿Hasta cuándo, Cali? 

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