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¿Enemigos de la ciudad?

Se nos volvió costumbre en Cali graduar de enemigos a quienes tienen una posición contraria a la oficial.

2 de diciembre de 2020 Por: Paola Andrea Gómez Perafán

Se nos volvió costumbre en Cali graduar de enemigos a quienes tienen una posición contraria a la oficial. A los que ventilaron su desacuerdo con la Feria de Cali Virtual, por considerarla inapropiada en un momento como este, por creer alta su inversión de $11.000 millones, cuando ese recurso podría irrigarse de manera distinta a los colectivos artísticos y de eventos, se les graduó de enemigos de ciudad. Igual pasó con los que manifestaron reparos al otorgamiento de facultades al Alcalde para el empréstito de $650.000 millones para proyectos del plan de desarrollo, reactivación o de ‘puro corazón’, como lo quieran llamar.

Ni qué decir de los que criticaron el invertir $10.300 millones en un alumbrado navideño móvil, en un año en el que vimos tanta escasez y en el que en el último mes aparece la abundancia, cuando no hubo cómo respaldar a los negocios emblemáticos y al capital cultural en los momentos más duros de la pandemia. Graduación solemne para estos: enemigos de la ciudad.

Pues bien, a quienes nos sorprendimos este martes con los arreglos del alumbrado en la tradicional Calle Quinta, entre los que hay una UCI, Unidad de Cuidados Intensivos, un paciente en cama y un médico al lado y el letrero respectivo en un diseño que parece cartelera escolar, se nos vino el mundo encima. ¿Eso es pedagogía? ¿Decirle a la gente en un anuncio navideño que hay una persona en una UCI como si no supiéramos que hasta ayer había 2298 muertos en Cali y 76.849 personas que han padecido la enfermedad? ¡Que viva la esperanza! En otro adorno aparece una periodista con un alerta y los dibujitos primarios del covid revoloteando. “Ahí están los enemigos de la ciudad”,
“Que viva el Calibalismo, todos listicos para criticar”, “Dejemos de criticarlo todo para figurar”, fueron algunos comentarios, por no citar los de peor calibre.

Qué sano es el debate cuando, como muchos lo hacen, es con argumentos que se controvierte, como el del asunto de la niña de nombre Esperanza como eje central del alumbrado, o el de ver la historia en conjunto. Qué insano cuando se enfilan las ‘bodegas’ para caer en el argumento fácil de decir que quien no asiente lo oficial quiere que a la ciudad le vaya mal.

Tampoco vamos a negar que hay quienes tendrán sus intereses políticos o personales para criticar todo aquello que nazca de la Alcaldía de Cali. Pero eso no nos gradúa a todos, a todas, de hacer parte de unas fuerzas oscuras venidas del más acá para destrozar.

Cada vez se embolata más el legítimo derecho a la expresión sin que ello te condene en las fatales hogueras virtuales. Cada vez es menos posible rebatir sin que te recorra un corrientazo de miedo al hacerlo. Así estamos, desaprendiendo, cuando en su lugar, ante tantas señales en este 2020, deberíamos estar aprendiendo alguito distinto a señalar, al que no ve en blanco y negro, de enemigo de la ciudad. 

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