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El miedo al qué dirán

A las maltratadas les toca llevar sus órdenes de protección a la Policía y hay policías capaces de soltarles frases como “por eso es que les dan en la jeta”.

11 de octubre de 2018 Por: Paola Andrea Gómez Perafán

Pasa y más de lo que usted cree. Solo que se calla por vergüenza, por miedo al escarnio, a ser comidilla de las reuniones sociales en el club, entre las amigas de colegio, de la universidad.

El valiente testimonio de la directora de la Biblioteca Departamental, María Fernanda Penilla, sobre el caso de maltrato del que fue víctima por su expareja, cuyo último episodio la tuvo al borde de la muerte, evidencia una realidad de la que no hay estadísticas pero que existe y que es como un cáncer silencioso que carcome las fibras de una sociedad, donde a veces el qué dirán pesa más que la propia vida.

En entrevista a este diario, María Fernanda contó que inicialmente no quería poner la denuncia por pena: “porque llevo 18 años formando abogados, mi padre ha sido docente, magistrado y cuando llego a la Fiscalía a poner la denuncia, me encuentro alumnos míos o de mi papá. Pero después entendí que pena tiene que darle es al agresor y no a la víctima”.

Lo que queda claro detrás de esta historia y las de otras tantas mujeres es que el maltrato no diferencia estratos, que es mentira aquello de que los golpes solo aparecen en las clases menos favorecidas, que los hombres agresores están en los sectores populares y que las mujeres que “se dejan golpear”, tan fácil y tan cruel que es decirlo, es porque les falta educación.

Falso de toda falsedad. Y más aún creer que solo los golpes generan violencia. Basta con revisar el Código Penal para comprender que “por violencia contra la mujer se entiende cualquier acción u omisión, que le cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual, psicológico, económico o patrimonial por su condición de mujer, así como las amenazas de que son víctimas”.

Este año se han registrado 23 feminicidios en el Valle, algunos incluso en estratos altos, como el del señor dueño de una reconocida librería que mató a su exesposa en El Ingenio y luego se mató él. Según cifras de Medicina Legal, de enero a agosto de 2018 se presentaron 6.391 casos de maltrato o violencia contra la mujer. Y el sub registro en esta materia es enorme.

No hay mucho que esperar cuando también la misma Directora de la Biblioteca denunció serias fallas en la ruta de atención a la mujer, donde algunos funcionarios atienden con poca consideración a las víctimas, donde se pierden piezas de expedientes; a las maltratadas les toca llevar sus órdenes de protección a la Policía y hay policías capaces de soltarles frases como “por eso es que les dan en la jeta”, como le pasó a ella en la Estación de La Buitrera.

El martes, la diputada Mariluz Zuluaga citó a un debate de control político en la Asamblea para hablar sobre esta problemática. Vale la pena mencionar que hay avances, como las Subsecretarías de Género (claro que las mismas son obligación de la ley) la Casa Matria o la Estrategia Integral de Protección a la Mujer, Familia y Género. Pero falta y mucho. Tanto en atención digna como en concientizar a todos los estratos; explicarles que la violencia de género es un delito, cuando es con golpes y también cuando es con insultos. Y que uno no se puede dejar matar por el miedo al qué dirán. 

Sigue en Twitter @pagope

Lea aquí: El renacer de la Directora de la Biblioteca Departamental tras ser víctima de violencia de género