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Coctel mortal

Viernes 26 de mayo de 1989. Dos estudiantes de décimo grado de...

27 de enero de 2011 Por: Paola Andrea Gómez Perafán

Viernes 26 de mayo de 1989. Dos estudiantes de décimo grado de un colegio del sur son hallados sin vida en el caño de la Avenida Pasoancho con Carrera 68. La noticia se replica a primera hora en la radio local. Ambos iban en un Ford Fiesta: uno aspiraba a ser juez, como su padre; el otro, ser periodista. Minutos antes, habían dejado dos amigas en el barrio Limonar. Cada vez que recuerdo ese accidente me estremezco, porque conocía bien a las víctimas: dos adolescentes súper pilos. Por desgracia, este recuerdo vuelve con frecuencia, cada vez que hay una muerte en un accidente, por el consumo de licor. Como ocurrió el viernes en la madrugada, en Las Vallas, donde una Captiva se estrelló contra una librería y en el hecho perdieron la vida sus tres ocupantes. Aunque la investigación del siniestro de la Captiva apenas inicia, todo apunta a que se repite la misma historia de mis amigos del 89: coctel mortal de velocidad y alcohol; en este caso, tres jóvenes que salían de rumbear de un sitio de Menga y que iban tan rápido, que a su paso mataron un gato y casi se estrellan con otro vehículo.No imagino la tristeza de las tres familias. Como tampoco la de miles que han perdido a sus seres queridos en iguales condiciones. Según el Fondo de Prevención Vial, más del 30% de los accidentes en Colombia están relacionados con el licor. Aunque se redujo la accidentalidad general en enero, el Director de Prevención Vial dice que la frecuencia de siniestros registrados por alcohol no variará: fines de semana, víctimas jóvenes y en horas de rumba. También los hay en semana, con conductores de transporte público y una alta incidencia los domingos, en Pance.Me cuesta mucho creer que el alcohol nos lleve a tal grado de inconsciencia. Según un estudio de la Universidad de Valladolid, el licor produce una depresión no selectiva del sistema nervioso que se manifiesta en tres aspectos: afecta la función psicomotora, disminuyendo la capacidad de reacción; deteriora la capacidad de seguir un objeto con la mirada y crea una falsa sensación de súper héroe, que desencadena en euforia o agresividad.Gravísimo. Como grave es el alto número de homicidios en accidente de tránsito (recordemos el caso del periodista Jaime Gallego en Jamundí) que se quedan sin resolver. O que la ley que da cárcel a los borrachos muestre aún pocos resultados.Bien dicen que el que desconoce la historia está condenado a repetirla. Y eso, precisamente, es lo que nos está ocurriendo: una estela de muertes absurdas inunda las vías. Y cada vez las historias nos conmueven menos. Qué tristeza. El comentario sangrón: Ojalá la Procuraduría sancione a los ex concejales que eligieron contralor a Miguel Piedrahíta. Que se castigue la soberbia del poder y la politiquería de los que se creen intocables.