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Abrumadora impunidad

Lo dijo de manera clara y contundente la Jueza 35 de Conocimiento, al leer el fallo que condenó a 51 años y 10 meses de cárcel a Rafael Uribe Noguera por el feminicidio, acceso carnal y secuestro simple cometido a la niña Yuliana Samboní, el pasado 4 de diciembre: “Hay una abrumadora impunidad que acompaña a las víctimas de violencia sexual”.

29 de marzo de 2017 Por: Paola Andrea Gómez Perafán

Lo dijo de manera clara y contundente la Jueza 35 de Conocimiento, al leer el fallo que condenó a 51 años y 10 meses de cárcel a Rafael Uribe Noguera por el feminicidio, acceso carnal y secuestro simple cometido a la niña Yuliana Samboní, el pasado 4 de diciembre: “Hay una abrumadora impunidad que acompaña a las víctimas de violencia sexual”.

Dijo también, para que no se nos olvide, que en Colombia hubo 15.083 casos de violencia contra la mujer en el último año, que no tuvieron la atención y celeridad de este caso y que “hasta que la Fiscalía muestre resultados alrededor de la violencia sexual y feminicidio y les procure pronto acceso a la justicia... sólo cuando la violencia contra la mujer se reconozca como de interés público, y solo cuando la sociedad exteriorice actos de tolerancia sobre la identidad de género podremos demostrar que Yuliana no murió en vano”.

Más allá de la justa controversia que suscitó el hecho de que no se condenara a Uribe Noguera a 60 años (máxima pena contemplada por la justicia colombiana) lo que este espantoso crimen nos recuerda es cuan graves son la violencia contra la mujer y los abusos sexuales a menores, en un país de memoria frágil, donde decenas de expedientes de golpes, violaciones y asesinatos agonizan en anaqueles del olvido y en juzgados sin jueces suficientes para arrebatárselos a la impunidad.

Esa es una desgracia que sigue ahí y que se cuenta en cifras escalofriantes: el 90% de los feminicidios no se resuelven en la justicia; solo el 30% de los procesos de violencia contra la mujer terminan en sentencia; en los primeros meses del 2017, 2.600 menores fueron víctimas de abuso sexual... ¿Necesitamos más razones para entender la gravedad del asunto?

Hoy no puedo dejar de pensar en la tristeza de Nelly, la mamá que perdió a su niña y que sumida aún en el duelo el pasado martes trajo al mundo al pequeño Julián. Tampoco, en el desconsuelo de Juvencio, el padre de Yuliana, al pedir la máxima pena para quien mató a su hija y quien ayer en medio del desconcierto pronunció esta frase desgarradora: “¡Qué más será lo que quieren que les hagan a los niños!”.

Difícil olvidar que por años este país pidió una y otra vez cadena perpetua para violadores de menores de edad y el Congreso le dijo una y otra vez no, argumentando tecnicismos jurídicos que el corazón no entiende.

Solo espero, como muchos colombianos, que la muerte de Yuliana Samboní no sea en vano. Que el bendito escándalo de corrupción de todos los días; que la guerra de desinformación en redes sociales y la disputa de poderes a micrófono abierto de quienes se rapiñan el país a punta de mermelada e insultos no nos haga olvidar lo importante y aniquile lo poco que nos queda de humanidad.

Y que las condenas y sentencias ejemplares, así como las políticas públicas de prevención contra el maltrato y el abuso sean prioridad y se conviertan en pilar de la política y la justicia en una sociedad donde preservar y hacer respetar la vida debería estar por encima de todas las cosas. Ojalá no fuese tan difícil de entenderlo.

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