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¿Bogotá vs Colombia?

Podemos definirnos como un país adolescente e inseguro. Nada de lo que...

1 de junio de 2013 Por: Paloma Valencia Laserna

Podemos definirnos como un país adolescente e inseguro. Nada de lo que tenemos nos gusta, y aspiramos a lo de otros que consideramos sofisticados. Queríamos ser como los españoles, luego como los franceses, como los europeos, en general, ahora tal vez nos gustan más los gringos. Miramos hacia afuera, y miramos desde abajo. Tenemos un complejo de inferioridad, que refuerza nuestra inseguridad y aumenta el anhelo de ser lo que no somos. Ese mismo modelo, se aplica desde la capital hacia la provincia. Colombia, como los países vecinos, ha tenido desde sus orígenes coloniales y aún en su tránsito a república un modelo de centro y periferia. Lo importante estuvo y está siempre en la capital; la provincia ha sido siempre algo menor. Nuestra querida capital ha sido el epicentro del país. El núcleo de un modelo que desprecia la periferia. Lo de afuera parece ordinario, y Bogotá es lo mejor en la medida que soporte comparaciones con otras ciudades importantes -con criterios importados.Es un sistema centralista ha provocado insubordinaciones en la colonia, la propia independencia, la mal llamada Patria Boba, por mencionar algunos. A estos acontecimientos los subyacen muchas causas, pero es común en todos ellos, el intento de las provincias por tener el lugar que les corresponde dentro de una nación. Hoy el enfrentamiento tiene manifestaciones en la confrontación Santos – Uribe. Está en juego una manera de hacer política, una ideología, un tipo de mandatario, y también una visión de país. Santos es el heredero de una clase dirigente centralista, que considera que la provincia para ser mejor necesita parecerse a Bogotá, que a su vez debe parecerse a esa capital extranjera que está de moda.Uribe proviene de Antioquia, un modelo de desarrollo colombiano, que tiene su propia identidad y fuerza. Desde Bogotá se lo observa como provinciano, sin mundo, simplón. Lo cierto, es que es auténtico, es la expresión genuina de una forma de colombianidad.La capital administrativa ha significado mucho para el desarrollo de Bogotá. La mayoría de su economía depende del presupuesto nacional, y de la presencia de las autoridades públicas. La concentración de oportunidades se convierte en un incentivo para que los mejores de la provincia emigren hacia la capital, única ciudad nacional capaz de ofrecerles suficientes alternativas de trabajo y desarrollo. La salida del capital humano de las regiones soporta la impresión de que Bogotá concentra lo mejor, de hecho, la materializa. El modelo de concentración de todos los colombianos en Bogotá está llamado a fracasar. El país no será viable si no se generan alternativas de desarrollo regional. Más aún, no será posible generar una identidad colombiana mientras sigamos concentrados en el exterior. Sin identidad nacional es difícil lograr una visión común de país, y construir lazos de solidaridad.Colombia tiene que trasformar su visión de país. No se trata sólo de inequidad económica; la verdadera inequidad reside en el desprecio por lo local y propio. La inequidad es la visión excluyente, la que limita quienes deben componer el contrato social. La solución de la inequidad implica superar la jerarquía que ostenta Bogotá; exige la consolidación de un país que se parezca más a lo que somos. Como lo dijo Almodovar “que cuesta mucho ser auténtica, señora, y en estas cosas no hay que ser rácana, porque una es más auténtica cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí misma”, pero ese sueño no es el que ha pensado Bogotá para Colombia, debe ser uno construido y diseñado entre todos.