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Alberto Castro Zawadsky

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Paliza de Halloween

Cómo pudieron votar por un viejito monotemático y malhablado, que condenó la segunda elección.

4 de noviembre de 2023 Por: Alberto Castro Zawadsky

Se está especulando sobre el efecto que pudo tener Halloween en la implosión del embrujo que tenía atrapados a tantos compatriotas.

Expertos en hechizos terrenales aseguran que el diseminado consumo de una pócima consistente en aumento del hambre y la pobreza, el freno a la actividad económica y la generación de empresas, la emigración de capitales y talentos, el disparo en las cifras de homicidios, secuestros, territorios dominados por bandas criminales, bombas y bloqueos, es lo que ha logrado que las mentes se comiencen a despejar.

Zombis y fantasmas aseguran, que en medio de la oscuridad, muchos lograron ver lo que se viene en mediocridad de Salud y Educación estatizadas, en inflación por la pérdida de independencia del Banco de la República, y peor oscuridad por una arrevesada política energética combinada con el politiquero deterioro de las empresas de servicios públicos.

Pero también han aparecido hechiceros y payasos macabros develando disfraces y han destapado el daño a la productividad generado por los subsidios indiscriminados, a la verdad, por los señalamientos y amenazas a periodistas, a la decencia por la compra de senadores, alcaldes y gobernadores, a la confianza y tranquilidad por el maltrato y desprecio a la policía y fuerzas militares, y a la transparencia por el ataque sistemático a los entes encargados del control y vigilancia con la pretensión de desacreditarlos ante la opinión pública.

Se pelean brujos, quirománticos y astrólogos, cada cual queriéndose arrogar el mérito de haber pinchado la burbuja del encantamiento.

En la medida en que se dispersan las nubes negras que le impedían a tantos observar la realidad y pensar racionalmente, se preguntan cómo fue que consumieron el brebaje a tan altas dosis. Cómo pudieron votar por un viejito monotemático y malhablado, que condenó la segunda elección. Cómo pudieron creerse la historia de un país despeñándose por el abismo, mientras casi todos podían constatar progreso personal y de su entorno en los últimos 20 años. Cómo pudieron comerse el cuento de un personaje que sin experiencia alguna en hacer, con una cantaleta ideológica desueta y vasta experiencia en destruir, iba a ser capaz de asumir la complejísima y difícil labor de dirigir un país.

Ha quedado probado que así como son posibles los encantamientos masivos, la confusión ficticia no suele durar mucho.

Los 11 millones del ‘masivo apoyo de mi pueblo’ ha quedado reducido a escaso 1 millón. La realidad de lo que siempre ha sido un reducido grupo educado en el odio y el resentimiento que no ve sino esclavismo en el empleo, feudalismo en las empresas y lucha de clases en toda diferencia social.

Si tuviese la virtud de una mente equilibrada, podría Petro aceptar la paliza que le dieron las brujas y renunciar, reconociendo que no tiene las grandes masas de sus alocadas ilusiones y que la gran mayoría del pueblo todavía cree en trabajar y producir y no en pegarse a la ubre del Estado. Pero conociendo al Narciso, lo más probable es que proclame el triunfo, distorsione las cifras, se radicalice, se apoye en los sátrapas del mundo y termine forzando a la sólida democracia colombiana a sacarlo a escobazos.

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