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Una consulta para ciegos

Recuerdo hoy esos dos magníficos libros porque no creo que exista una mejor manera de definir la oportunidad que tenemos los colombianos el próximo domingo.

24 de agosto de 2018 Por: Ossiel Villada

En un día lluvioso, los habitantes de una pequeña ciudad sin nombre salen a votar en las elecciones municipales. Los políticos dan por sentado que habrá, como siempre, una enorme abstención. Nada mejor para ellos, pues la abstención tiene dos grandes beneficios: se puede justificar fácilmente y permite a los dueños del poder seguir reinando a sus anchas. Pero cuando concluye la jornada y se hace el escrutinio de los votos, las autoridades encuentran que el 60% de la población ha votado en blanco. Sorprendidos y aterrados, los políticos ordenan repetir las elecciones ocho días después. Algo debe haber fallado. Algo debe estar mal. Debe tratarse de una conspiración al más alto nivel. Unos ciudadanos que históricamente han estado ciegos, dormidos, engañados, manoseados, debilitados, no pueden, de la noche a la mañana, tener la lucidez para salir a votar mayoritariamente en blanco de forma espontánea.

El resultado de las segundas elecciones es aún peor para el establecimiento: el voto en blanco sube hasta el 83%. Nada volverá a ser igual en esa pequeña ciudad. De una forma que nadie planeó, y nadie podría esperar, quienes estaban ciegos han empezado a ver…

Esa es, en resumen, la historia sobre la que gira el ´Ensayo sobre la lucidez´, una de las dos grandes obras que el Premio Nobel José Saramago le heredó a la humanidad. Junto al libro que le precede, el ‘Ensayo sobre la ceguera’, constituye una de las visiones más demoledoras, pero también más esperanzadoras, de la literatura contemporánea sobre la absurda y triste realidad de un mundo que creemos civilizado por regirse mayoritariamente bajo las leyes de la democracia. Recuerdo hoy esos dos magníficos libros porque no creo que exista una mejor manera de definir la oportunidad que tenemos los colombianos el próximo domingo.

Lo que está en juego con la Consulta Anticorrupción, en realidad, es la posibilidad de volver a ver, de empezar a superar esta maldita ceguera que nos ha condenado a vivir en un país en el que no pasa nada; un país donde todo parece cambiar nominalmente – el Presidente, el Congreso, los jueces, los dueños del poder –, pero nada cambia nunca realmente. Siempre el mismo caos, el mismo abandono, el mismo desgreño, la misma corrupción, los mismos ladrones, los mismos muertos.

La literatura es quizá el único espejo capaz de mostrar nuestra esencia vital, lo que en verdad somos como especie, eso que intentamos mantener oculto a los ojos del universo. Y esa aterradora realidad macondiana que tan bien nos refleja en las letras de García Márquez será la que veamos el próximo domingo en este mundo físico si la Consulta se hunde.

Si eso ocurre, será la mejor prueba de que este país tiene lo que se merece. O peor aún: que, como dijo Gabo, no merece “una segunda oportunidad sobre la tierra”.

Y puede ocurrir. Sí. En un hecho que resulta tan repugnante como desconcertante, hay un partido político que ha enfilado toda su filosa metralla, su pesada infantería, su grito de tierra arrasada contra la Consulta. Los miembros de ese partido mienten, manipulan, engañan, algo que saben hacer a la perfección, como casi todos los demás políticos.

Nos dicen que las normas que propone la Consulta para combatir la corrupción en el Congreso se pueden lograr pidiéndole a ese mismo Congreso el favor de que las apruebe. ¿Cómo les parece? Y dicen que nos podemos ahorrar los $300.000 millones de la Consulta, cuando la realidad es que ese dinero ya se utilizó. La jornada del domingo nos va a costar lo mismo, al margen de que voten una o doce millones de personas.

Nada de eso sería extraño sino fuera porque ese mismo Partido que quiere hundir la Consulta fue uno de los que la promovió y defendió como estrategia para ganar votos en las pasadas elecciones. Y es el mismo partido que hace pocos meses aprobó por unanimidad en el Congreso la realización de la misma. Y es, nada más y nada menos, el partido del joven Presidente de la República que ha prometido desmantelar, de una vez por todas y para siempre, las mafias de corrupción que desangran a este país. ¿Nada más macondiano, verdad?

Entonces, sí, hay un riesgo enorme de que la Consulta no consiga los 12 millones de votos que requiere para ser aprobada. Pero yo hoy quiero creer que tal vez el próximo domingo este país despertará curado de la terrible enfermedad de la ceguera. Y empezará a ver, y sobre todo a entender, lo que hace tanto tiempo debió haber sabido: que el poder para salir de la oscuridad está en cada uno de nosotros. Solo hay que perder el miedo a ejercerlo.

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