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Se quemó el pandebono

Pero sí sabemos que el gobierno del 'puro corazón' le ha hecho un daño enorme a esta ciudad en términos de imagen y de confianza.

10 de noviembre de 2022 Por: Ossiel Villada

No hay nada que le genere más orgullo a un caleño que eso mismo: sentirse caleño.

Ya sé que esa frase suena a obviedad, pero a mí me gusta decirla y repetirla porque en ella se engloban un montón de cosas que hablan de lo que somos los habitantes de esta ciudad, de nuestra identidad, nuestra cultura y nuestra particular forma de asumir la vida.

El maestro Jairo Varela, con esa capacidad sobrenatural que tenía para condensar un universo en un verso, definió lo que intentó decir con mucha más precisión, belleza, contundencia y cadencia. "Esto es cuestión de pandebono", escribió él para retratar esa esencia de la caleñidad que tanto nos enorgullece.

El caso es que una de las mejores cosas de ser caleño consiste, justamente, en poder 'chicanear' que uno es caleño.

Pero por estos días ese orgullo caleño anda de capa caída. Siente uno que no tiene muchos motivos para sacar pecho. Le da a uno mucha pena coincidir en cualquier lugar con gente de otras regiones que pregunta por lo qué está pasando a Cali.

Prefiere uno eludir el tema de conversación cuando alguien le pregunta por el atraco masivo y descarado que, según todos los indicios, le han venido haciendo a los recursos públicos de los caleños.

Estamos en boca de todo el país y ya no por ser la 'Sucursal del Cielo', sino por ser ahora la sede del 'carrusel de la contratación 2.0', la nueva meca de la corrupción en Colombia, la 'capital del torcido'.

Y no pasa un día sin que se conozcan nuevos escándalos sobre lo que parece ser un asalto sistemático a las arcas de la ciudad, que involucra nada menos que a las principales autoridades locales.

Basta revisar las últimas 48 horas para actualizar la 'colección' de perlas que nos avergüenzan.

Ahora se ha denunciado que el alcalde Ospina le habría entregado contratos por más de $63.000 millones a un primo suyo, que al ser interrogado por un medio de comunicación — el portal web Las2Orillas — no ha encontrado mejor manera de explicar esa irregularidad que fingiendo un súbito ataque de amnesia.

Y, por otro lado, según denuncia del periodista Daniel Coronel en La W Radio, ahora sabemos que Emcali también le entregó un millonario contrato a un abogado amigo del Alcalde, para un propósito bastante dudoso.

Todo lo cual se suma al enorme cúmulo de denuncias que ya veníamos arrastrando: los contratos para televisores casi enchapados en oro y sillas mágicas de Emcali; los contratos cuestionables para obras de servicios públicos, los descarados sobrecostos de la Feria de Cali del 2020.

Por todo eso es que hoy Cali y los caleños somos motivo de lástima y de burlas frente al resto del país.

Y se nos nota. En la mirada, en el ánimo, en el 'caminao'. Literal, andamos torcidos, 'aplanchaos', 'acuscambaos', como dirían los abuelos.

No sabemos todavía cuánta es la plata que se ha perdido en esta aparente orgía de contratación irregular.

Pero sí sabemos que el gobierno del 'puro corazón' le ha hecho un daño enorme a esta ciudad en términos de imagen y de confianza.

¿Recuerdan la profunda crisis de autoestima que nos dejaron los malos alcaldes de hace algunos años? Pues para allá vamos. Y eso nos va a costar bastante, porque la autoconfianza es clave para el progreso.

Ojalá todo esto lo tengamos fresco en la memoria el año próximo, cuando vayamos a las urnas para elegir Alcalde.

Porque esto de sentir que se nos 'quemó el pandebono' nos tiene mal. Muy mal.

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