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Revolución pendiente

Porque lo cierto, agregó Piedrahita en otro escrito lleno de estadísticas, es que el Valle es hoy “el departamento líder en el ranking de sofisticación y diversificación económica” de Colombia.

5 de agosto de 2021 Por: Ossiel Villada

Por allá en marzo de este año, en estas mismas páginas, Mario Fernando Prado publicó un texto que llevó a muchos a poner ‘el grito en el cielo’, en el que afirmaba que Barranquilla iba camino a arrebatarle a Cali el lugar de tercera ciudad más importante del país, mientras que aquí estábamos en vía de convertirnos en un pueblo “de quinta”.

Un mes después, también aquí, Esteban Piedrahíta planteó que el miedo de ‘Sirirí’ era una manifestación propia de esos abuelos que creen que todo tiempo pasado fue mejor, aunque los hechos demuestren lo contrario.

Porque lo cierto, agregó Piedrahita en otro escrito lleno de estadísticas, es que el Valle es hoy “el departamento líder en el ranking de sofisticación y diversificación económica” de Colombia. Con lo cual, podría concluir uno, el importante puesto que Cali y el Valle tienen en el concierto nacional no nos lo va a arrebatar nadie de la noche a la mañana.

Recordaba esas columnas en una charla reciente en la que tuve oportunidad de conocer las visiones, motivaciones y el ‘ADN’ de jóvenes emprendedores, con edades entre los 16 y los 30, que se están forjando un nuevo rumbo económico a partir del uso de la tecnología.

Me quedó la sensación, después de escucharlos, que aquí seguimos añorando un pasado glorioso que ya se fue; y también nos regodeamos de un presente mucho mejor, pero estamos haciendo poco para construir un futuro en el que sigamos siendo protagonistas y no espectadores.

Hablo específicamente de que ni Cali, ni el Valle, cuentan hoy con planes y acciones para insertar a la región, de forma sistémica y exitosa, en la dinámica de la Cuarta Revolución Industrial, en la que ya avanza el mundo.

Con lo cual vale la pena recordar de qué va este ‘rollo’. Hablamos de la etapa histórica que vino en el presente siglo, después de las tres grandes revoluciones industriales previas que vivió la humanidad: la de la máquina de vapor en el Siglo XVIII; la de la producción masiva basada en electricidad, desde finales del Siglo XIX, y la que desató internet en el Siglo XX.

¿Y cuál es la diferencia entre ellas y la nueva? Que a diferencia de lo que ocurrió en esos tres momentos, esta vez el cambio económico no proviene de una única fuente. La cuarta revolución industrial se basa en la convergencia de cuatro grandes elementos: la nanotecnología, la biotecnología, la tecnología de la información y la comunicación y las ciencias del conocimiento.

La fusión de esas cuatro grandes fuerzas -átomos, células, bits y neuronas-, es lo que ha venido moldeando un nuevo orden económico mundial en las últimas dos décadas. Es ello lo que explica que haya cada vez más noticias sobre inteligencia artificial, robótica, big data, realidad aumentada, impresión 3D o internet de las cosas.

La pregunta es qué estamos haciendo aquí para entrar en ese escenario. E incluso, me atrevo a preguntar, si nuestros gobernantes entienden hacia dónde hay que ir.

La respuesta pasa por la educación y la formación de talento humano, específicamente en estas nuevas habilidades y competencias. Esa es la verdadera revolución que debería unirnos a todos aquí.

Según un estudio reciente de la firma consultora Adecco, en Colombia hay en la actualidad unas 15.000 personas formándose en los campos de las TIC, pero deberían ser 80.000 para cubrir las necesidades del mercado. Y se estima que, en el 2025, el país necesitará más de 250.000 profesionales con estos perfiles.

En el Valle hay algunos esfuerzos en el sector privado y la academia, no puede negarse, pero lo cierto es que son aislados y están desarticulados. En ese sentido, creo que Medellín ha tomado la delantera, e incluso podría desplazar a Bogotá.

¿Y Cali? Si seguimos enfocados en la mentalidad del bloqueo y la guerra de la pintura, de seguro estaremos en la primera línea de los rezagados.

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