El pais
SUSCRÍBETE

Ospina y la seguridad

Dos días atrás, es decir, una semana después de la aterradora masacre de cinco jóvenes en el sector de Llano Verde, el alcalde Jorge Iván Ospina publicó el siguiente mensaje en su cuenta de Twitter:

20 de agosto de 2020 Por: Ossiel Villada

Dos días atrás, es decir, una semana después de la aterradora masacre de cinco jóvenes en el sector de Llano Verde, el alcalde Jorge Iván Ospina publicó el siguiente mensaje en su cuenta de Twitter:

“El derecho a la seguridad tan importante como el derecho a la educación o a la salud, es el derecho a conquistar y hacerlo se debe convertir en el objetivo colectivo más importante de la caleñidad. No podemos bajo ninguna circunstancia no asumirnos en ganar esta batalla”. (sic)

Entre las muchas personas que respondieron a su comentario, un tuitero que se identifica como @elaguanterojo_ le dijo lo siguiente:

“Y cómo para cuando empieza eso, en letras se lee hasta bonito y en acciones? Por que ya está cojiendo ventaja y mucha la inseguridad en cali, se roban las personas, las asesinan, las atrancan, roban autos, motos, y muchas cosas más que nos tienen muy asustados”. (sic)

Releyendo ambos comentarios la pregunta que le viene a uno a la cabeza es: ¿En qué ciudad vive el alcalde Ospina? ¿Está escuchando realmente a los ciudadanos que gobierna? ¿Sabe qué piensan, que sienten y qué esperan de él?

Porque ese mensaje lo muestra totalmente desconectado de una Cali en la que, en menos de diez días, han ocurrido una masacre de cinco jóvenes, un atentado con granada que dejó un muerto y quince heridos, el asesinato de un líder ambiental y la misteriosa desaparición de una joven universitaria cuya suerte hoy nos tiene en vilo. Además de una ola de atracos callejeros que refleja que la delincuencia ya le perdió el miedo al coronavirus.

Para ser justos esa ‘enfermedad’ -me refiero a la desconexión entre gobernante y gobernados- es un mal endémico en este país y no es exclusiva de Ospina. Para no ir más lejos, ese también fue el pecado que marcó la gestión del anterior alcalde, Maurice Armitage. Pero no puede ser una excusa ante lo que pasa.

La realidad pura y dura es que, según muestran las propias estadísticas oficiales, desde el mes de mayo hay un deterioro dramático y acelerado del panorama de la seguridad en Cali, y el gobierno del alcalde Ospina no parece saber cómo enfrentarlo ni resolverlo.

Algo muy distinto de su gestión frente a la pandemia del Covid-19. En ese frente tiene resultados para mostrar: ha podido evitar el colapso sanitario de la ciudad, empieza a lograr cifras esperanzadoras, sostiene una coordinación eficiente con científicos y políticos para actuar y ha mantenido la iniciativa con apuestas arriesgadas, pero interesantes, como la de la ivermectina.

Aún con todas las críticas que se le puedan hacer, se nota que hay un médico mandando. Y hasta sus detractores políticos a nivel local y nacional han reconocido su tarea.

Frente al lío de la seguridad, en cambio, los hechos recientes lo muestran errático, nebuloso, nervioso y totalmente reactivo. Al punto que ha terminado por enfrascarse en improductivas peleas con periodistas a través de Twitter. Como cualquier principiante de la política que no sabe que la comunicación es un cimiento de la gobernabilidad.

Lo peor es que no parece tener un equipo que entienda cuáles son las causas y las dinámicas de lo que está pasando y le ayude a encontrar soluciones. Sus funcionarios en ese campo son tan activos como él para tuitear, pero igual de difusos.

En los últimos días han hablado de por lo menos tres planes de choque contra la violencia, y les hemos leído promesas grandilocuentes de acciones estratégicas de largo plazo, pero no hay una sola acción táctica efectiva que muestre resultados frente a lo que pasa y que haga renacer la confianza de los caleños.

Ospina, sin embargo, tiene tiempo para corregir. Ojalá recuerde que vive en Cali. Y que no es el alcalde de la ‘Ciudad de Hierro’.

AHORA EN Ossiel Villada