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Los falsos feministas

No es ninguna coincidencia que el anuncio sobre la cancelación de la liga femenina de fútbol en Colombia se haya dado casi al mismo tiempo que el país conmemora el Día Internacional de la Mujer.

7 de marzo de 2019 Por: Ossiel Villada

No es ninguna coincidencia que el anuncio sobre la cancelación de la liga femenina de fútbol en Colombia se haya dado casi al mismo tiempo que el país conmemora el Día Internacional de la Mujer.

No es una casualidad, repito. Y vale la pena repasar un poco la forma en que se llegó a esta vergonzosa situación y lo que ella significa.
Resulta que el lunes, es decir, solo 48 horas antes de dar esa noticia, los directivos del fútbol aceptaron reunirse con la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez para analizar las escandalosas denuncias de acoso sexual y laboral que hicieron varias jugadoras de la Selección Nacional.

De allí salió un flamante ‘pacto por la transparencia’ en el que la Federación Colombiana de Fútbol se comprometió a garantizarles a las futbolistas, entre otras cosas: “Condiciones de equidad y seguridad para practicar sus disciplinas”, “Apoyos y participación en las diferentes ligas y torneos” y cero tolerancia con “Todo acto de presunta corrupción, ilegalidad o falta de transparencia”.

Pero aquello no fue más que una burda pantomima y una burla a todo el país. Porque dos días después, en el más vulgar acto de venganza contra las deportistas que se atrevieron a denunciar los abusos, revelaron su decisión de poner fin a la Liga.

Yo creo, sin embargo, que hay que abonarles algo a Jesurún, González y toda esa caterva de hombres impolutos que manejan el fútbol. Y es haber dicho, en últimas, la verdad. Si, es muy bueno que hayan decidido no seguir mintiendo sobre lo que son y lo que realmente piensan.
Porque últimamente, al calor del debate sobre equidad de género, este país se ha llenado de un ejército de falsos (y falsas) nuevos feministas que dicen saber, creer y actuar en consonancia con los justos reclamos de la mujer.

Están en todas partes: en el Gobierno, la política, la academia, los medios, el deporte, las ONG, las empresas, las familias. Se autoproclaman militantes conscientes de la causa, se venden como promotores del avance de la mujer y se declaran libres y limpios de cualquier tentación de dominación machista.

Pero, tarde o temprano, los demonios que llevan dentro surgen como un monstruo amenazante ante el más mínimo estímulo, ante el más pequeño desafío que ellas se atrevan a plantear.

Yo creo que, ante todo, en el debate sobre género en este país nos falta sinceridad. Por muy grotesco y retorcido que suene, a muchos hombres (y también a muchas mujeres) nos falta empezar por admitir que algunas veces, tal vez demasiadas, en nuestra vida cotidiana actuamos como lo han hecho esta semana los señores dueños del fútbol.

Personalmente, prefiero decir que no soy feminista. Primero, porque odio las etiquetas. Incluso las que se crean dentro del feminismo, como esa que han denominado las ‘nuevas masculinidades’, y sobre la que otro día hablaré.

Y segundo, porque aunque Dios me regaló la bendición de llegar a este mundo gracias a una mujer sabia y guerrera; de aportar para el nacimiento de otras dos que son mi vida, y de caminar la ruta con mujeres valiosas, poderosas, inteligentes y sensibles, debo reconocer que no termino de estar a la altura de sus enseñanzas.

A mí, como a tantos otros y otras, también se me sale el ‘monstruo patriarcal’ que la escuela, los mayores, la calle, el ‘modelo’ social imperante, me sembraron desde niño. Por ahora sigo trabajando en conocerlo, evaluarlo, anticiparlo, dominarlo y confío en, algún día, poder matarlo.

Por eso me parece muy valioso que Jesurún y sus amigos les hayan recordado a mis hijas, mi compañera, mis sobrinas, mis amigas, cuál es la realidad a la que se siguen enfrentando. Y que les hayan alimentado, con una dosis dolorosa de verdad, sus ganas de seguir luchando para cambiarla. A todas, mis respetos. Las abrazo en este día.

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