El pais
SUSCRÍBETE

El dolor del fútbol

“Hincha de radio”. Así me llamó el miércoles una querida amiga después de verme sufrir 90 minutos durante el partido entre Deportivo Cali y Atlético Nacional por la final del fútbol.

15 de junio de 2017 Por: Ossiel Villada

“Hincha de radio”. Así me llamó el miércoles una querida amiga después de verme sufrir 90 minutos durante el partido entre Deportivo Cali y Atlético Nacional por la final del fútbol. Así, peyorativamente y con dedo acusador levantado, suelen llamarnos a quienes decidimos, por físico miedo, no participar de esa fiesta de multitudes que es el fútbol en los estadios.

Y yo debo confesar, sin asomo alguno de vergüenza, que definitivamente no soy un hincha merecedor de la grandeza de mi equipo. He preferido, como tantos, ser un hincha de mi tranquilidad personal y no exponer mi vida en un espectáculo que cada vez más se asemeja a la epopeya sangrienta del antiguo circo romano.

Tristemente, esa es la realidad que hoy vivimos muchos colombianos por cuenta de ese ambiente de violencia que rodea todo lo que huela a fútbol. El torneo que está a punto de terminar nos deja botones de sobra para mostrar en Cali: un tiroteo en hora pico en plena Avenida Roosevelt, una batalla campal con cuchillos sobre la grama del Pascual Guerrero, dos muertes relacionadas directa o indirectamente con el accionar de las llamadas barras bravas, el principal escenario futbolístico local cerrado al público y un ambiente de tensión generalizado en la ciudad.

Paradójicamente, nada de eso tiene que ver con el deporte. Después de cinco años de ausencia el América de Cali regresó a la máxima categoría y, contra todo pronóstico, llegó hasta las semifinales recordando la grandeza de su historia. El Deportivo Cali, mientras tanto, superó todas sus tormentas internas y, dando una lección de tenacidad y orgullo, hoy está a sólo 90 minutos de su décima estrella. Es decir, los futbolistas cumplieron. Fuimos nosotros los que fallamos.

Y es una pena que haya terminado así el que prometía ser un semestre lleno de alegrías. Causa dolor que haya sido necesario cerrar el Pascual. Es una lástima que miles de caleños, ciegos en su pasión futbolera, sigan creyendo que el Alcalde se confabuló contra su equipo. Es una vergüenza que un montón de políticos, liderados por un exalcalde desprestigiado y en trance de campaña para volver al CAM, se aprovechen de la situación para buscar votos. Independiente de quién gane este domingo, ya hemos perdido todos un poco.

Aún así, yo sigo convencido de que Cali hizo lo que debía hacer. Y es más: creo que en el próximo torneo todos los alcaldes de Colombia deberían adoptar medidas tan drásticas como las que tomó Maurice Armitage. Empezando por el de Palmira, tan futbolero él, si se llegan a dar circunstancias similares. Hagamos el experimento por un mes, sólo un mes, y les apuesto a que al mes siguiente los directivos del fútbol ya tendrán lista la carnetización de las barras, la identificación biométrica, los cuerpos de seguridad especializados, las cámaras de video instaladas en las tribunas y todas las demás medidas de seguridad que no han querido aplicar durante años de tolerancia y connivencia con los violentos del fútbol.

Tengamos las cosas claras, señores ‘hinchas de estadio’: es ahí donde está la solución inmediata a este problema. El fútbol es un negocio privado del que se lucran de forma considerable unos pocos bolsillos. Y por tanto, son los dueños de ese negocio, no el Estado, los que deben responder por la seguridad de su espectáculo. ¿Por qué no lo han hecho aún? Un año atrás, casi por estas fechas, los señores de la Dimayor anunciaron que adoptarían el modelo inglés para sacar a los violentos de los estadios. Un año después, con total desparpajo, acaban de anunciar la creación de una comisión para “diagnosticar” lo que ya está suficientemente estudiado. Es decir, aquí no pasa nada. Y mientras ellos se llenan los bolsillos con taquillas, transmisiones y patrocinios, el rancho del fútbol sigue ardiendo. Por eso me resulta absurda, ridícula y burda la posición de los manzanillos de pueblo que ahora quieren ‘comer Alcalde’ por cuenta de este lío. Allá ustedes, queridos ‘hinchas de estadio’, si les quieren servir de idiotas útiles. Nosotros, los cobardes ‘hinchas de radio’, seguiremos reclamando soluciones de fondo a los que realmente deben aportarlas.

AHORA EN Ossiel Villada