El pais
SUSCRÍBETE

De Salsa y economía

¿Sigue siendo Cali la Capital Mundial de la Salsa? Esa es otra de las discusiones tontas que a los caleños nos gusta revivir cada cierto tiempo, solo por ejercer el sagrado derecho a llevar la contraria.

3 de octubre de 2019 Por: Ossiel Villada

¿Sigue siendo Cali la Capital Mundial de la Salsa? Esa es otra de las discusiones tontas que a los caleños nos gusta revivir cada cierto tiempo, solo por ejercer el sagrado derecho a llevar la contraria.

Pero esa pregunta ya no es tan importante. Más allá de si ese título alguna vez se justificó, o si sigue siendo válido, existe una verdad irrefutable: esa música que importamos hace más de medio siglo es una sustancia que define en gran medida el alma de esta ciudad y el sentir de sus ciudadanos, su forma de entender el mundo y de relacionarse con él. Más que un baile, una diversión, un mecanismo de interacción social o un estilo de vida, la Salsa para Cali es una forma de resistencia.

Y en el Siglo XXI ha adquirido dimensiones aún más complejas: en torno a ella gira una enorme cadena productiva que emplea a miles de personas, investigaciones de la academia han certificado su capacidad de mover la economía local, el Gobierno la considera el principal producto para vender mundialmente a Cali como destino turístico.

Por todo ello, lo que pase con la cultura de la Salsa no debería ser un tema menor. Pero lo es, a juzgar por la mínima o nula cabida que el mismo ha tenido en el debate de la actual campaña política.

En realidad, no solo el de la Salsa, sino todos los temas de la cultura, han sido relegados o abordados con una superficialidad y un desconocimiento aterradores por todos los candidatos a la Alcaldía, quienes han demostrado más su hambre de votos que su real intención de aportar.

La pregunta que sí importa es: ¿por qué, si tantos diagnósticos señalan el enorme potencial que la cultura de la Salsa tiene para Cali, el mismo no se ha podido desarrollar?

Básicamente porque el tema no lo hemos enfocado desde la perspectiva correcta. El Estado se ha limitado a verlo como un problema social, y ha actuado con una visión puramente asistencialista, cuando lo que hay al inicio de todo es un problema económico.

La oferta de bienes y servicios asociados a la Salsa en Cali es hoy mucho mayor que la demanda para los mismos. Eso condena a todos los actores de la cadena a vivir en un escenario en el que sus ingresos se reducen en el tiempo o no tienen ninguna posibilidad de crecer. Se crea así una economía de subsistencia que depende de los recursos que le inyecte el Estado para moverse.

Basta un ejemplo para entenderlo. En la ciudad existen más de un centenar de escuelas de salsa. Pero los tres grandes proyectos empresariales del mundo del espectáculo que tienen infraestructura, capacidad y audiencia para garantizarles un ingreso estable y permanente -Delirio, Ensálsate y Mulato Cabaret-, no alcanzan a contratar ni siquiera a diez de ellas.

Las demás dependen de que la Alcaldía, principalmente a través de Corfecali, organizadora del desfile del Salsódromo, les inyecte cada año recursos para poder solventar sus gastos de vestuario, funcionamiento, logística, formación y demás.

¿Cuál es el factor clave que permitiría incrementar la demanda de bienes y servicios asociados a la Salsa y salir de ese panorama? Está claro: no hay otro que el turismo.

Pero no parece entenderse que se necesitan mucho más que tímidas campañas promocionales para activarlo. Lo que se requiere es una política de estímulos tributarios que haga más competitiva a Cali en el negocio del turismo de reuniones.

Si hacer un gran evento en Cali resulta más barato y atractivo que hacerlo en Cartagena o en Medellín, tendremos más visitantes dispuestos a gastar aquí. En hospedajes, comida, cultura y diversión.

El Estado debe seguir invirtiendo en la cadena de la Salsa, por supuesto, especialmente en la formación de talento. Pero también buscar la forma de que los artistas y empresarios aprendan a pescar, más que a esperar el pescado.

AHORA EN Ossiel Villada