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De la Feria virtual

El debate sobre la realización de la Feria de Cali virtual este año, que según la Alcaldía nos costará unos $11.000 millones, se ha simplificado de una manera burda que deja reflexiones muy preocupantes sobre la forma en que vemos y pensamos la ciudad.

29 de octubre de 2020 Por: Ossiel Villada

El debate sobre la realización de la Feria de Cali virtual este año, que según la Alcaldía nos costará unos $11.000 millones, se ha simplificado de una manera burda que deja reflexiones muy preocupantes sobre la forma en que vemos y pensamos la ciudad.

Decir, como argumenta la Alcaldía, que la Feria será la mejor ayuda para los trabajadores de la cultura, duramente golpeados por la pandemia, es una verdad a medias. Hay muchas otras opciones, quizá más efectivas, para lograr el mismo objetivo. Y ninguna se ha aplicado en estos siete meses de crisis.

Pero decir, como argumentan muchos, que “Cali tiene muchas otras necesidades” y que “es mejor gastarse esa plata en seguridad o en tapar los huecos de las calles”, es no entender en qué ciudad vivimos.

Si hay un lugar en donde la cultura y el arte hayan servido como muro de contención para frenar el avance de la delincuencia y combatir los efectos de la aterradora desigualdad social que caracteriza a este país, es Cali.

Y hablo no solo del producto Salsa. El teatro, el ballet, los colectivos de folclor, los músicos de todos los géneros, los grupos de danza urbana, los títeres, los maestros del circo, los artesanos, los bailarines, los grafiteros, los artistas plásticos, los miles de trabajadores de la cultura que caminan por nuestras calles han aportado más a la construcción de paz, tranquilidad y convivencia de Cali, que todos los políticos de la historia de la ciudad juntos.

Pero temo que muchos caleños no solo ignoran y valoran muy poco ese inmenso aporte, sino que además miran por encima del hombro a los artistas, con un enorme desprecio por lo que hacen.

Como si los trabajadores del arte no necesitaran ayudas del Estado en medio de esta crisis. Como si no comieran. Y no tuvieran familias qué mantener. Ni recibos de Emcali qué pagar cada mes.

Pero lo que plantea la Alcaldía con esta Feria virtual tampoco es la panacea para responder a las enormes necesidades de los artistas, como lo quieren hacer ver. Ni mucho menos, un aporte para mejorar sus condiciones de vida en el futuro. Es solo la ratificación de que, frente al arte y la cultura, Cali es experta en gastar en eventos, no en procesos.

Gran parte de esos $11.000 millones -que este año saldrán casi todos del bolsillo de la Alcaldía, porque muy seguramente no habrá patrocinios privados-, se los chuparán los proveedores de hardware y software necesarios para hacer lo que ha descrito hasta ahora el Alcalde: unas transmisiones con ‘mappings’, drones y efectos audiovisuales tipo Hollywood.

Y a todo ello hay que sumar costos de logística, interventorías, impuestos, derechos de autor, etc.

Cualquier evento virtual implica dos tipos de producción técnica: una para producir el contenido (en este caso los shows). Y otra para llevarlo a plataformas digitales.

Y no se necesita mucho ‘Cacumen’ para ver las tremendas asimetrías que hay entre esos proveedores tecnológicos que recibirán contratos millonarios y una escuela de Salsa o un colectivo teatral de Cali. Mientras los primeros tienen portafolios de producto, diversos canales de venta, múltiples clientes y grandes oportunidades de negocio, un emprendimiento cultural depende solo de su arte.

Así que no. De entrada, la versión de que el 70% de los $11.000 millones de la Feria irá a los artistas, no se la cree nadie. Solo cuando detallen los costos ocultos y la contratación, lo podremos saber.

Más allá de eso, me sorprende la pérdida de imaginación del alcalde Ospina para gestar ideas vinculantes, como aquella vez en que canjeó entradas al Salsódromo por ayudas para damnificados del invierno.

Esta vez tenía una gran oportunidad, con un gran presupuesto, para convocar a una gran Feria de la Solidaridad que hiciera sostenible a las empresas de la cultura en el 2021. La Feria virtual, está claro, no hará eso. Será ‘pan pa hoy y hambre pa mañana’. ¿La solidaridad con quién?

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