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Dar es dar...

Lo que le falta aprender a este país donde todo se lleva 'con la doble'

13 de julio de 2017 Por: Ossiel Villada

La vida es especialmente eso que nunca aparece en las primeras páginas de los periódicos. Todo lo que habita más allá de este barullo maloliente de corrupción, criminalidad, superficialidad y desvergüenza que nos muestran la radio y la televisión.

Qué se yo: la primera palabra de tu hija, ese negocio que estás por cerrar, el nuevo truco del gato. El miedo a que tus viejos se vayan un día. Los activos del amor y los pasivos del desamor. Esos cinco minutos de más después de que suena la alarma. Todo lo que pasa en la oficina a la hora del café, una canción a grito herido dentro del carro. Aquel viejo plan aplazado ya tantas veces… “Mañana sí, mañana sí”.

Y de vez en cuando la vida, como dice Serrat, lo besa a uno en la boca. Y uno se da cuenta otra vez que está realmente vivo. Que no es solo un objeto oxidado en el cambalache de este mundo problemático y febril. Me pasó justo ayer, minutos antes de escribir esta columna. Por eso preferí cambiar de tema y contar una pequeña historia de esa vida que nunca sale en primera página.

Ocurre que cada mes los editores de este periódico se reúnen para oficiar un pequeño ritualito. Se trata de elegir, entre todos los periodistas de El País, al que consideramos como el ‘Reportero del mes’. Al final de cada periodo, de entre los 12 periodistas seleccionados, se elige al que consideramos como nuestro ‘Periodista del año’.

Cada editor tiene la potestad de postular a cualquier reportero, pero hay una sola condición: debe hacerlo a través de una sustentación que se lee en voz alta frente a los demás y en la que se exponen todos los méritos de la persona postulada.

Y creo que, de todos los momentos que vivimos en este periódico día tras día, tal vez no haya uno más bello, aleccionador y poderoso que ese ritual. Porque por unas cuantas horas, de manera consciente, con rigor y método, hacemos el ejercicio de ver, nombrar y resaltar lo mejor de los demás.

Y eso, que parece tan simple, no es cualquier cosa en una Colombia donde la hipocresía y el fariseísmo son un deporte nacional desde los tiempos inmemoriales de la Colonia.

Honestidad. Reconocimiento del otro. Nobleza para destacarlo. Buena vibra para aplaudirlo. En resumen, aprender a dar. Todo eso también le hace falta a nuestra anhelada ‘Paz’. Porque un país acostumbrado a hablar mal siempre de los demás, una sociedad educada para llevar y que la lleven ‘con la doble’, una nación en la que hasta sus más altos dirigentes tienen como norma sagrada utilizar la palabra para destruir al otro, nunca podrá reconciliarse.

Cada vez que en El País elegimos un ‘Reportero del mes’, hacemos el ejercicio de dar reconocimiento al otro. En las postulaciones de este mes, por ejemplo, volvimos a valorar enormes esfuerzos que suelen quedar olvidados cuando cae la noche: la impresionante e impecable producción de Jéssica Villamil, reportera política; el inspirador proceso de crecimiento periodístico de Andrés Carmona, reportero digital; las nuevas habilidades que ha desarrollado Yéfferson Ospina, reportero cultural; la valentía de Lina Marcela Díaz, corresponsal en Buenaventura; la impecable pluma de Santiago Cruz, cronista excelso; el gran conocimiento de Francy Chagüendo, reportera económica; la enorme capacidad de Isabel Pélaez y Francisco Henao para hacer entrevistas profundas en los mundos del espectáculo y el deporte.

Ver las cosas buenas de los demás, destacar sus habilidades, elegir con cuidado y respeto las palabras precisas para reconocerlos, nos hace crecer como seres humanos, nos reconcilia con nosotros mismos, nos engrandece. Todos ganamos.

No es nada fácil hacer periodismo en un país lleno de odios heredados y prejuicios construidos. Pero es imposible hacerlo, como dijo el maestro Ryszard Kapuscinski, sin buenos seres humanos. Valorarlos es lo que hacemos en nuestra redacción cada mes.

La vida, esa que no sale en los medios, consiste en dar. Dar gratitud, respeto, valor, dar amor al otro. Como bien dijo Fito, se trata de entender que ‘dar es dar’. Eso intentamos aquí. Y cómo le hace falta eso a este país...

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