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¿Banqueros o vampiros?

“Abusivos”. “Mezquinos”. “Miserables”. “Indolentes”. “Inhumanos”. Esos son solo algunos calificativos que han caído en los últimos días sobre los banqueros colombianos.

30 de abril de 2020 Por: Ossiel Villada

“Abusivos”. “Mezquinos”. “Miserables”. “Indolentes”. “Inhumanos”. Esos son solo algunos calificativos que han caído en los últimos días sobre los banqueros colombianos, por cuenta de sus actuaciones durante la emergencia que desató la pandemia del coronavirus.

Los insultos les llueven sin distinción desde las orillas de la izquierda y la derecha. Incluso, el propio presidente Iván Duque, en una de sus alocuciones por televisión, no dudó en usar el calificativo de “vampiros” para advertir sobre lo que podrían hacer algunos en la actual coyuntura.

Increíblemente, los banqueros lograron en muy pocos días lo que solo puede lograr la Selección de Fútbol cada cuatro años: unir a este país polarizado. Hoy quizá no haya un solo colombiano que no celebre y se sume a esa sarta de improperios contra ellos. Y basta devolver la película solo un poco para entender tal nivel de indignación.

Miles de empresarios que tuvieron que parar con la cuarentena no han facturado un peso, no tienen con qué pagar sus nóminas, no cuentan con capital de trabajo para relanzar sus negocios y menos para financiar los planes de bioseguridad que exige el Gobierno, y están al borde de la quiebra.

Miles de trabajadores perdieron su empleo, o ya les fue avisado que no se les renovará contrato. Millones de trabajadores independientes están prácticamente aguantando hambre porque requerían salir a la calle para generar ingresos.

Tres cosas son comunes en ese enorme ejército de la angustia: la primera, que todos, de una u otra manera, en algún grado, están endeudados con los bancos. La segunda, que hoy más que nunca requieren el apoyo de ellos para volver a generar ingresos. Y la tercera, que todos, o casi todos, tenían la esperanza que la banca iba a estar a la altura de las circunstancias.

Así como ellos lo estuvieron en el pasado cuando, para salvar a los bancos, aceptaron pagar un impuesto del ‘Dos por Mil’, que supuestamente sería transitorio, pero luego se volvió permanente y hoy ya va en ‘Cuatro por Mil’.

Y sobre todo tenían esa esperanza porque sabían que en el 2019 las ganancias de los dueños de los bancos -que en este país se pueden contar con los dedos de las manos- fueron de más de $13 billones (sí, billones, con b).

Pero no ha sido así. Más allá de las donaciones que algunos han hecho -y que hay que aplaudir-, lo cierto es que en la crisis del coronavirus los banqueros no se han puesto la camiseta del país. Más aún: han dejado en claro que aunque todos los demás perdamos, ellos están dispuestos a seguir ganando plata a costa nuestra.

Ejemplos: aunque el Banco de la República les ha bajado la tasa de interés con la que les presta plata, llevándola el día de ayer a un nivel de 3,25%, ellos no han hecho lo mismo con sus clientes y siguen prestando para consumo a tasas que rondan el 20%. Y en el caso de las tarjetas de crédito algunos lo que han hecho, incluso, es ¡subir más los intereses!

Los famosos alivios que anunciaron para las deudas de los colombianos no son más que aplazamientos de 3 o 6 meses en los que los intereses se siguen causando y después los van a cobrar. Una simple refinanciación disfrazada.

Aunque el Gobierno decidió cubrirles casi todo el riesgo de prestar a los pequeños y medianos empresarios, dando garantías hasta por el 90%, no están prestando. O peor aún, están usando los recursos de Bancoldex para autopagarse las deudas que los empresarios ya tenían con ellos, como denunció el senador David Barguil.

Los banqueros juegan un papel crucial para el desarrollo de cualquier nación. Pero debemos admitir que aquí les permitimos crear un oligopolio con tal nivel de poder, que incluso puede incidir sobre el rumbo político del país y casi llega a ser, en la práctica, juez y parte frente a muchos asuntos de la vida nacional.

Es hora de que ellos demuestren grandeza con los colombianos. Porque nosotros les hemos dado mucho más que insultos.

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