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¿Alcalde rico o pobre?

La Cali que elegía alcaldes a la loca, movida por un discurso de odio entre clases sociales, es cosa del pasado.

13 de junio de 2019 Por: Ossiel Villada

El precandidato a la Alcaldía de Cali Alexánder Durán acaba de plantear una observación controversial sobre la decisión que tomaremos los caleños en las elecciones de octubre próximo.

En entrevista concedida a este diario dijo el exsecretario de Salud Municipal: “El momento que vive Cali no es para una alcaldía de origen empresarial, debe ser una alcaldía de origen popular”.

Y agregó: “Uno que está en la calle siente que la gente cree que ya fue suficiente de dos gobiernos que representan la élite de Cali y la gente ya empieza a reclamar su espacio”.

No se puede negar que lo que dice el médico Durán es verdad. Palabras más, palabras menos, muchos caleños creen que los últimos dos alcaldes -Rodrigo Guerrero y el actual, Maurice Armitage-, fueron personas más afines con las visiones e intereses de las clases altas, que con los dolores y necesidades de los sectores populares de la ciudad.

También es cierto que ‘Guerrero 2’ y Armitage no lograron conectar plenamente con el alma de Cali.

Pero, aún así, a mi esa mirada me resulta injusta por tres razones. Primero, porque yo sí estoy convencido de que, pese a todos los problemas que enfrentamos, Cali está hoy muchísimo mejor de lo que estaba hace diez años.

Segundo, porque no creo que esa mejoría se la pueda atribuir una sola Administración. Es el resultado de una continuidad y una suma de cosas buenas que los últimos tres alcaldes de Cali pusieron a andar, cada uno en su momento.

Y tercero porque estoy seguro que ese proceso de recuperación no se habría podido dar sin las ideas, la voluntad y la participación activa del sector empresarial, al que algunos señalan injustamente de ser una especie de ‘depredador’ de los recursos públicos de Cali.

Por todo ello, creo que el argumento de que hay que elegir un Alcalde “de origen popular” sencillamente porque es hora de sacar a las “élites” que han manejado el CAM durante los últimos ocho años, no tiene validez.

La Cali que elegía alcaldes a la loca, movida por un discurso de odio entre clases sociales, es cosa del pasado. Esa Cali en la que se negociaban las conciencias y los dolores de los más necesitados para comprar una Alcaldía, se murió y hay que enterrarla en octubre.

La de hoy es una Cali con criterio, que piensa, analiza, discute y no toma decisiones “porque sí”. Una Cali joven que poco a poco, tal vez menos rápido de lo que uno quisiera, ha entendido que hay que pasar de la queja a la acción, de la crítica a la participación.

Las cifras de las últimas elecciones lo reflejan. Revisen las de las dos vueltas presidenciales el año pasado, las de Congreso, las de la Consulta Anticorrupción, las del Plebiscito por la Paz, e incluso las de las dos últimas elecciones de Alcalde.

Ahí está claro: en la Cali de hoy ya no tienen cabida los discursos politiqueros del pasado, ni los que dividen, ni los que miran a la ciudad como algo por repartir.

Por todo ello creo que la afirmación del médico Durán -un hombre al que respeto y le reconozco sus muchos méritos-, se debe tomar ‘con pinzas’.
Sobre todo porque no hay que hacer mucho esfuerzo para recordar lo desastroso y lo costoso que nos resultó en el pasado elegir a alcaldes “de origen popular” simplemente por ‘joder a los ricos’.

A mi lo que menos me importa es si el próximo Alcalde de Cali viene del Club Colombia o de Aguablanca. La inteligencia y la capacidad no dependen de eso. Y en ambos lados reconozco caleños de enorme valía.

Lo que me importa, y es en lo que creo que todos deberíamos enfocarnos, es en si tiene el conocimiento, la experiencia y la preparación necesarias para continuar impulsando la recuperación de Cali. ¿Seguimos avanzando o nos devolvemos? Es eso lo que hoy está en juego. No lo olviden.

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