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Realismo guerrillero

Léase la siguiente agenda de políticas agropecuarias y clasifíquese ideológicamente: Lograr una...

2 de febrero de 2013 Por: Óscar López Pulecio

Léase la siguiente agenda de políticas agropecuarias y clasifíquese ideológicamente: Lograr una reforma agraria integral y con ella acabar con el latifundio improductivo. Mejorar las condiciones de vida y trabajo de los campesinos y buscar la erradicación del hambre. Llevar la Justicia al campo. Estimular los usos agrícolas de la tierra en vez de la ganadería y prohibir la minería a cielo abierto. Crear un fondo de tierras para su posterior distribución entre el campesinado. Reconocer los territorios indígenas, afros, raizales y palenqueros y crear espacios interétnicos. Crear zonas de reserva campesina y de producción de alimentos. Crear un programa de alimentos de alto valor nutricional que considere condiciones de producción, circulación y consumo, incluyendo infraestructura física, vías, riego, asistencia técnica y financiación. Estimular la investigación y el desarrollo científico y tecnológico y la protección al conocimiento ancestral agropecuario. Revisar los acuerdos internacionales que menoscaben la soberanía alimentaria y entreguen los mercados a las multinacionales.¿Una agenda desarrollista y proteccionista, que por tanto podría ser atribuida al Partido Conservador? ¿Una agenda social-demócrata, que por tanto podría ser atribuida al Partido Liberal? ¿Una agenda conservacionista y protectora de las comunidades rurales, que por tanto podría ser atribuida al Partido Verde? Ninguna de las anteriores. Se trata de los diez puntos de discusión que los comisionados de las Farc han presentado en La Habana, sobre el punto central de la política agropecuaria, que es la base sin la cual no podrían acordarse los demás puntos que se refieren a la terminación del conflicto armado y a las condiciones de reincorporación de los guerrilleros a la vida civil. Sobre cada uno de esos puntos todos los partidos políticos, en todas la épocas, han expresado la necesidad de tomar acciones y se han adelantado ensayos con diversa fortuna: reformas agrarias, bancos de fomento, centros de investigación, protección de la minorías étnicas, programas de asistencia técnica, ampliación de la frontera agrícola, estímulos a la ganadería intensiva y a la diversificación agrícola, distritos de riego, áreas protegidas. En fin, parecería que las Farc han tomado cada una de esas iniciativas, algunas exitosas otras tremendos fracasos, para resumir en un solo ideario algo muy parecido a lo que el conjunto de los colombianos querrían para el campo.Lo cual no significa otra cosa que un acuerdo sobre esos puntos es posible, y que ninguno de ellos implica iniciativas revolucionarias contra la propiedad privada, ni a favor de la colectivización de la actividad agropecuaria, o de la estatización de ese sector. Se trata más bien de propuestas para un proceso de modernización del campo, con respeto por sus habitantes menos desfavorecidos, que son los más, que hay que aterrizar, por supuesto, en acciones concretas, pero que no debería quitarle el sueño muchos, especialmente a los grandes propietarios de bienes agrarios bien explotados. El tío Baltasar dice que en ese realismo guerrillero, que refleja un conocimiento social y técnico de las necesidades de modernización del campo colombiano está la posibilidad de un acuerdo de paz, que no es otra cosa que despolitizar la guerra por los mercados ilegales y convertirla en un asunto de policía, con ganancia para una política de reconciliación nacional alrededor del desarrollo social y económico del campo.

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