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Preferencias y rechazos

Preguntados los empresarios asistentes a la Asamblea Nacional de la Andi sobre sus preferencias electorales para la Presidencia, el primer lugar lo ocupó Sergio Fajardo con 19 %, seguido por Humberto de la Calle con 16 %.

25 de agosto de 2017 Por: Óscar López Pulecio

Preguntados los empresarios asistentes a la Asamblea Nacional de la Andi sobre sus preferencias electorales para la Presidencia, el primer lugar lo ocupó Sergio Fajardo con 19 %, seguido por Humberto de la Calle con 16 %. Se trata de un grupo de menos de 400 personas, de altos niveles de ingreso y educación, por tanto no muy representativo del universo electoral. Pero, por ser los dueños de los medios de producción o sus representantes, su peso específico sí es muy relevante.

¿Por qué escoger como su favorito a un académico ajeno al trajín empresarial, provinciano, que no ha tenido ningún cargo de nivel nacional y cuyas propuestas específicas no se conocen todavía? Habría para ello una razón positiva y una negativa.

La positiva es que inspira confianza como dirigente político (una virtud que tiende a la extinción) y como administrador de lo público por sus exitosas y pulcras gestiones como alcalde de Medellín y gobernador de Antioquia (otra especie en vías de extinción). La negativa es que ese voto de confianza refleja un gran rechazo al mundo político tradicional, ahogado por los descomunales abusos de lo público y la corrupción administrativa.

Preguntados los mismos empresarios por su opinión sobre el presidente Juan Manuel Santos y el expresidente Álvaro Uribe, quienes se presume son desde el Gobierno y la oposición los grandes electores del próximo presidente, 56 % y 46 % manifestaron tener una imagen negativa del primero y el segundo, respectivamente. Es decir que el mundo empresarial, que como el resto del país pasa por un mal momento, los juzga con severidad, lo cual debería tener un efecto perjudicial sobre los candidatos que apoyen, porque el estado de la economía es el más poderoso factor electoral. E igualmente refleja una pérdida de confianza en la conducción política de ahora y de antes.

Así que el querer de los empresarios coincide por una vez con el de la opinión pública: que haya un cambio fundamental en la manera de hacer política en Colombia, donde la gente está hasta la coronilla de la seguidilla de escándalos que abarcan la totalidad de los poderes públicos y de las alegres componendas que se hacen para seguir actuando de la misma manera en el futuro.

Se necesita para ello alguien que de alguna manera venga de afuera del entable nacional montado para que los mismos con las mismas se perpetúen en el poder. Lo que los ingleses llaman un ‘outsider’, alguien ajeno al juego. Es la única manera de que haya una esperanza de cambio. Lo hicieron en su momento en Estados Unidos Jimmy Carter, Bill Clinton y Barack Obama. Y en Francia, Emanuel Macron. Así que puede suceder.

El caso francés es ilustrativo aunque el état de grace, no le haya durado mucho a Macron debido a los cambios propuestos que han disminuido su popularidad. Pero en la primera vuelta electoral el candidato del impopular gobierno socialista, Benoit Hammon, solamente sacó el 6,4 % de los votos, lo cual hace suponer que en Colombia el guiño gubernamental sería el abrazo del oso, y el candidato de la oposición, envuelto en un escándalo, solamente sacó el 20 %, lo cual lo dejó fuera de la segunda vuelta. Con 11 candidatos, algo parecido a lo que nos puede suceder, Macron ganó la primera vuelta con 23,8 % de los votos. El tío Baltasar dice que si se mantienen muchos candidatos, que es lo más probable, por primera vez el voto de opinión podría poner Presidente en Colombia.

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