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¿Polarización?

Cuando se habla de polarización política en Colombia lo que se describe es un ambiente agresivo de crispación, no necesariamente que el país esté dividido políticamente por la mitad

1 de diciembre de 2017 Por: Óscar López Pulecio

Cuando se habla de polarización política en Colombia lo que se describe es un ambiente agresivo de crispación, no necesariamente que el país esté dividido políticamente por la mitad. El tema que suscita la crispación ha sido el proceso de paz, primero las condiciones de su firma y luego las de su ejecución. Pero en el plebiscito aprobatorio del acuerdo votaron 12,9 millones de personas (6,4 por el no y 6,3 por el sí) que representaban el 37,2% del censo electoral de 34 millones. Esa participación es muy inferior a los 15,2 millones de votos de la segunda vuelta de la elección presidencial de 2014 (48% del censo electoral) cuando por definición las fuerzas políticas se polarizan porque se trata de escoger entre dos candidatos.

Pero aun así, en la primera vuelta de la elección presidencial del 2014, la suma de los votos de quienes encarnaban la polarización, Juan Manuel Santos y Óscar Iván Zuluaga, fue de 7 millones, menos de la mitad del total de votos de la segunda vuelta y sólo el 20,5 del censo electoral. Tres candidatos Marta Lucía Ramírez, Clara López y Enrique Peñalosa obtuvieron 5 millones de votos. Así que para efectos electorales la tal polarización no existió.

Ni parece que vaya a existir en la próxima. La opinión pública electoral, o sea aquella que tiene intenciones de votar en las próximas presidenciales, apoya una gama de candidatos, que despejados de polvo y paja, representan todo el espectro político desde la extrema izquierda a la extrema derecha sin que haya hasta ahora una tendencia abrumadora hacia dos candidatos particulares. O sea, lo contrario de la polarización y una sana señal de que la democracia colombiana, con todo y sus defectos, está viva y coleando. Así que no tiene mucha lógica que las fuerzas políticas se embarquen en la misión imposible de adelantar la segunda vuelta a la primera, por temor a quedarse atrás, dado que ninguna se siente con fuerzas suficientes que le den la seguridad de pasar a la segunda vuelta.

Habría que recordar que el sistema de las dos vueltas consiste precisamente en eso: que se expresen todas las fuerzas políticas en la primera y se reagrupen en la segunda de acuerdo con sus afinidades. Que eso no esté sucediendo demuestra lo alejado que está el país de la polarización electoral. Después de todo Óscar Iván Zuluaga pasó a la segunda vuelta con 29,5% de los votos y Juan Manuel Santos con el 25,6%. ¿Cuál es el afán, si al final Dios los cría y ellos se juntan?

Sí habría otro tipo de polarización para la reagrupación que se dará en las tres semanas que separan las dos vueltas: la de la opinión pública frente a las maquinarias políticas, la de la transparencia en el manejo de lo público frente a la corrupción, la del centralismo frente a las regiones, la del cambio en la manera de ejercer el poder ante la gente frente a las camarillas parlamentarias y los grupos de presión, la del gobierno de y para los poderosos y el gobierno para los ciudadanos corrientes. La encarna en el actual panorama político y capitaneando en las encuestas, Sergio Fajardo, un casi seguro candidato a la segunda vuelta, solo o acompañado, quien pertenece rigurosamente al centro político, posición que debería defender a toda costa, y quien representa toda esa polarización positiva que ya protagonizó hace ocho años con la Ola Verde, la cual llegada su hora, vuelve renovada y ojalá esta vez exitosa.

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