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Oposición

La oposición política en Colombia, durante el pasado gobierno, se ejerció en...

9 de marzo de 2013 Por: Óscar López Pulecio

La oposición política en Colombia, durante el pasado gobierno, se ejerció en tres niveles: el Congreso, de modo minoritario pero contundente por el Polo Democrático y el Partido Liberal; los medios de comunicación, de modo amplio e implacable; y las organizaciones sociales, de modo sistemático. Fue una experiencia exitosa puesto que impidió la segunda reelección de Álvaro Uribe Vélez y en un momento casi da al traste con la elección de Juan Manuel Santos. Al mismo tiempo fue algo muy desagradable por el tono pendenciero que utilizó el Gobierno para defenderse de sus adversarios, a quienes descalificaba sin misericordia.Hoy se podría decir que un gobierno, que en su segundo período presidencial hacía agua por todas partes, ignoró la dimensión del desencanto ciudadano, que se materializó en la Ola Verde. Sólo la mezcla providencial de la entrada en operación de las poderosas maquinarias políticas que acompañaban al candidato de la coalición de Gobierno, las evidentes limitaciones del candidato de la Ola Verde y el deseo ciudadano de que hubiera una continuidad en las políticas públicas con un cambio de estilo, permitió el triunfo de Juan Manuel Santos. Atribuirle ese triunfo exclusivamente al apoyo de Álvaro Uribe Vélez es una simplificación extrema.Juan Manuel Santos tuvo la visión de interpretar bien el deseo ciudadano de continuidad en las políticas y renovación de los estilos. Al crear un gobierno de unidad nacional, que incorporaba ideas expresadas por sus adversarios, logró de una parte absorber la Ola Verde, que era una expresión de descontento contra la politiquería y la corrupción rampantes pero no un partido político, y de otra, lograr que la pugnacidad dejara de ser la marca de fábrica de la acción oficial. La proximidad de las elecciones del 2014, ha convertido en político cualquier debate sobre la actualidad nacional. Pero de hecho, Juan Manuel Santos ha continuado con las mismas políticas de su antecesor como era su compromiso. Las Fuerzas Armadas están en pie de lucha, a pesar de los atentados terroristas de las guerrillas que son ante todo una expresión de su debilidad y su acorralamiento; la confianza de los inversionistas extranjeros sigue en pie, afectada por el cambio de la situación económica internacional; y los programas sociales del gobierno anterior se han continuado, multiplicados con iniciativas audaces como la restitución de tierras. ¿Qué es entonces lo que hace a Santos tan diferente de su antecesor como para ser blanco de sus iras? Casi ninguna de las feroces críticas del expresidente Uribe tiene sustento en la realidad y cada una de ellas puede ser rebatida con cifras y datos. Los puntos centrales de la controversia parecerían ser: la oposición del expresidente a las conversaciones de paz con las Farc, la incorporación al gobierno de sus antiguos adversarios y el cambio de estilo. O sea, lo que hace mejor al gobierno actual comparado con el anterior. Mirado el asunto desde la distancia se podría decir que al estilo controversial del expresidente Uribe, que fatigó tanto a los colombianos, le ha pasado su hora, y que sobre esa intransigencia ideológica, política, personal, con precaria organización política y precaria vocería, no se puede construir una oposición constructiva. El tío Baltasar dice que nunca podrá entender que Álvaro Uribe sea la cabeza de la oposición a Juan Manuel Santos, porque es una oposición basada en el deseo de que Santos sea igual a Uribe, lo cual nunca sucederá, gracias a Dios.

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