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Maquinarias en lucha

Hay razones para creer que los datos que arrojó la...

9 de junio de 2012 Por: Óscar López Pulecio

Hay razones para creer que los datos que arrojó la encuesta realizada por El País sobre la intención de voto de las elecciones atípicas para Gobernador del Valle del Cauca son ciertos, es decir, que la inmensa mayoría de las personas encuestadas, el 74%, no van a participar en ellas. Los analistas políticos han hablado de crisis de credibilidad en el proceso electoral, de desconfianza ciudadana en la Gobernación, de rechazo a las componendas políticas, todo lo cual es cierto. Lo que no se puede es predecir sobre esos datos el resultado de la elección, porque todo lo que indican es algo que ya se sabía: que la opinión pública, que es lo que mide una encuesta de esa naturaleza, por las razones que sean, no tiene interés en el proceso, lo cual lo convierte en algo imposible de medir con instrumentos estadísticos. Para decirlo de otra manera, el factor determinante del resultado de esa elección es la capacidad de movilización de las maquinarias políticas que apoyan a los candidatos, que no son grupos aleatorios de población sino grupos organizados y concretos que escapan a la medición estadística.Para ilustrar la situación con un ejemplo reciente y notable sólo hay que remontarse a la pasada elección presidencial, cuando las encuestas que medían las tendencias de la opinión pública registraron y aumentaron con el efecto de su registro, la famosa ola verde, que terminó estrellándose contra el grueso muro de las maquinarias políticas que apoyaban de modo organizado la candidatura de Santos. A los votos de opinión que apoyaban a Santos y que lo ponían en las encuestas en igualdad de condiciones o en desventaja con Antanas Mockus, había que sumarle un factor que éstas no registraban: el poderío electoral de las maquinarias políticas, que a la postre determinaron el resultado de la elección. En el caso del Valle del Cauca sucede lo mismo, con el agravante de que en la medida en que disminuya la participación de la opinión pública aumenta la de las maquinarias y hace aún más improbable la predicción del resultado.Si esa es la situación, ¿qué se va a definir el próximo 1 de julio cuando se realicen las elecciones? Algo que es a la vez importante y no mucho: determinar cuál es la capacidad real de movilización en el Valle del Cauca de las maquinarias de los partidos pertenecientes a la Mesa de Unidad Nacional que conforman la coalición de gobierno y si su trabajo coordinado es superior al del movimiento que ha ganado las dos últimas elecciones, unos y otros con poderosos entronques regionales. Es una lucha de maquinarias donde va a decidirse cuál es la más poderosa de la política vallecaucana, con la opinión pública como espectador incómodo. Y es importante, porque de ese resultado depende la viabilidad misma del Departamento y la posibilidad de que existan mejores mecanismos de control sobre su manejo. Si la Unidad Nacional unida, valga el pleonasmo, no gana esas elecciones quiere decir que lo que la mayoría del mundo político regional quiere es el estilo que ha imperado en las dos últimas administraciones elegidas y que algo ha cambiado para mal y para siempre en el manejo político departamental. Y el asunto no es tan importante, porque de hecho un gobierno elegido de esa manera, cualquiera sea el resultado, no será más que un gobierno de los políticos, de los cuales no cabe esperar mucho, conocida la manera como se han repartido la Administración Departamental desde hace decenios. A lo cual dice el tío Baltasar: ¿Y qué tal si votáramos en blanco?

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