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Herencias

”Los viejos soldados nunca mueren, solo se desvanecen”, dijo en su famoso...

21 de diciembre de 2013 Por: Óscar López Pulecio

”Los viejos soldados nunca mueren, solo se desvanecen”, dijo en su famoso discurso de despedida ante el Congreso de Estados Unidos el general Douglas MacArthur, rememorando la frase de una vieja balada militar que cauterizaba un poco las circunstancias de su relevo en la dirección de la guerra de Corea, luego de un insólito enfrentamiento con el presidente Truman. Una frase que se aplica muy justamente a quienes como él, dejan un legado perdurable, desvaneciéndose en el tiempo. No siempre para bien.Tres herencias quedan del año 2013 que termina. Tres líderes políticos que murieron en ese período y cuyo legado sigue marcando el rumbo de los países que estuvieron sometidos voluntariamente a su poder por mucho tiempo, bien sea para consolidarlo o revocarlo, pero que en todos los casos demuestran la importancia de la política cuando los pueblos deciden su suerte en encrucijadas históricas. Margaret Thatcher, Hugo Chávez y Nelson Mandela. Cada uno de ellos en su momento fuerzas imbatibles que cambiaron el rumbo de sus países y despertaron admiración o repudio universales. Todos ellos salidos de orígenes humildes que les permitieron ser fieles intérpretes de grandes anhelos nacionales. Todos ellos desvaneciéndose en el tiempo de diferente manera. Lo que hizo Margaret Thatcher de modo excepcional fue romper los paradigmas de una sociedad muy conservadora, cuyo principal valor es la tradición, como el Reino Unido de Inglaterra e Irlanda del Norte. Un mujer, hija de un tendero, que llega a la jefatura del Partido Conservador en 1975, era de por sí de no creerse; más inconcebible aún que se hubiera convertido en Primera Ministra en 1979, la única mujer en ocupar ese cargo hasta hoy, y fuera ya de toda proporción que hubiera permanecido en él por once años, más que cualquier otro primer ministro en el siglo XX. Pero que además hubiera cambiado el rumbo de la política económica internacional, de regreso del socialismo a la economía de mercado, de modo que hoy todavía se hacen correcciones a ese modelo para ajustarlo a la justicia social, si es un logro descomunal para la hija del tendero de Grantham. La historia dice que no se equivocó todo el tiempo. Se desvanece en medio de la controversia, como un fantasma iracundo.Hugo Chávez convirtió el cargo de presidente de una república con una cultura política precaria, cuyo único interés para la comunidad internacional eran sus reservas de petróleo, en un desafío ideológico de repercusiones mundiales, opuesto por cierto al Thacherismo. Cambió por completo el equilibrio político de América Latina, desafiando la omnipresencia norteamericana en la región. Creó la ilusión de que había una segunda oportunidad para la revolución cubana, que hacía agua, apoyando a Castro en Cuba y copiándose de su modelo social, con mejor financiación. Murió en pleno ejercicio del poder y dejó en manos incompetentes un desorden de proporciones gigantescas que tomará años enderezar. Pero no hubo en su tiempo y en su mundo un líder más carismático. Se desvanecerá, no tan pronto, como una pesadilla en el amanecer.De Nelson Mandela ya se ha dicho todo. Su legado es el más perdurable porque está construido sobre valores humanos universales: la democracia, la justicia social, la igualdad de derechos y oportunidades. Su herencia es el ejercicio de la política en su más noble esencia: la corrección de una fractura brutal de una sociedad para beneficio de todos. Alentado por el espíritu del leopardo, es de creerse que no se desvanecerá en el tiempo.

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