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Un paso adelante, dos para atrás

Este parece haberse convertido en el ritmo de nuestra administración pública, especialmente en Cali y sus contornos, demostrado por la cantidad de ocasiones en que los problemas del común se vuelven perennes, ya sea por no haberse tratado del todo o eficazmente en su momento, y por ello se acumulan sin parecer tener solución

12 de junio de 2017 Por: Ode Farouk Kattan

Este parece haberse convertido en el ritmo de nuestra administración pública, especialmente en Cali y sus contornos, demostrado por la cantidad de ocasiones en que los problemas del común se vuelven perennes, ya sea por no haberse tratado del todo o eficazmente en su momento, y por ello se acumulan sin parecer tener solución (el perenne jarrillón y el problema vial -con MÍO incluido-), consumiendo tiempo y esfuerzo permanentes, impidiendo tratar los nuevos problemas que naturalmente surgen de urbes en desarrollo.

Es como si repitiéramos la figura de la Hidra de Lerna de la mitología griega, que era un monstruo de siete cabezas que cuando le cortaban una le volvía a crecer.

Ello conduce a una gran angustia poblacional, pues la vida real sí tiene una natural dinámica que presiona el factor desarrollo secuencial y consecuencialmente y los nuevos retos tienen que ser atendidos.

Al hacer un cuidadoso análisis del porqué ello ocurre se encuentra que nuestra administración pública es lenta en reconocer los problemas naturales del crecimiento poblacional, en identificar correctamente las soluciones apropiadas y mucho más en ponerlas en práctica, y oportunamente, sin permitir que intereses protervos reciclen el problema, como en el caso del jarrillón.

Esto hace que los problemas se acumulen y cuando revientan, hay que retroceder a manejar lo que se pudo haber manejado pero que no se hizo, y los problemas nuevos entran en fila de acoso, con las gentes reclamando.

Es un hecho reconocido que esto tiene su origen en la ausencia de planeación integral (visualizar los futuros desenvolvimientos comunitarios, concatenados y no dispersos) para prever por su realización, y un control de gestión para que ello se cumpla.

Y en el caso de lo urbano no solamente prever sino también proveer para su realización oportuna y armonizada para no tener lo que tenemos en nuestra zona, que es una malla de vías interrumpidas o bloqueadas entre sí, o insuficientes en cabida vehicular.

Las ciudades nuestras se han convertido en el destino de todas las frustraciones de vida de las gentes del campo y de las pequeñas poblaciones, y eso crea un gran problema de adaptación pues la vida en ciudad es más exigente que la del campo y las veredas, y la rapidez con que la migración está ocurriendo rebasa la capacidad de respuesta de la ciudad, complicando más allá de lo razonable su plan general.

Es por ello que el Gobierno Nacional debe acelerar los planes de desarrollo económico diversificado local (el DEL) en las fuentes de migración que desde hace mucho tiempo se viene anunciando para evitar, con actividades generadoras de modo razonable de vida, el desplazamiento que causa la concentración poblacional que sobrepasa las capacidades de nuestras ciudades, que no porque crezcan en número de habitantes y en expansiones desordenadas son desarrolladas, con administraciones públicas menos desarrolladas y además viciadas por las malas costumbres de la politiquería, para así nivelar las cargas y evitar que el amontonamiento poblacional conduzca a la tragedia socio-administrativa que viven las ciudades.