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Proteccionismo o estímulos

El plan de desarrollo de un país no puede ser diseñado sin un previo trabajo de prospectiva en el cual se visualicen ampliamente todos los factores que convergieron y posible y probablemente van a converger...

26 de mayo de 2019 Por: Ode Farouk Kattan

El plan de desarrollo de un país no puede ser diseñado sin un previo trabajo de prospectiva en el cual se visualicen ampliamente todos los factores que convergieron y posible y probablemente van a converger en los varios espacios públicos y privados de tal desarrollo, y se trabaje en la dirección apropiada para lograrlos y manejarlos.

En Colombia hemos estado desdeñando la realidad de que si no se conjugan todos los factores en armonía, el plan queda ‘chueco’ pues servirá a algunos pero estorbará y frustrará a otros, y esto es lo que hace que cuando se ponga en práctica entren en conflicto las diferentes partes del plan, y simple y llanamente no sirva el propósito creando, como la mítica caja de Pandora, bellas expectativas pero feas realidades.

Si a este desorden se le agrega que los diferentes intereses jalan cada cual para su lado, dentro del juego político (el plan de desarrollo lo prepara el gobierno y lo sortea en el Congreso) que responde a satisfacer egos o ventajismos tenemos un plan de desarrollo con riesgo de ser inservible para el propósito que se espera de él.

Quizá no hemos entendido que el desarrollo tiene ‘per se’ una connotación de dinámica como aumentar, acrecentar, perfeccionar, mejorar, desenvolver, cosa que no se puede esperar del proteccionismo que con sus vástagos el asistencialismo y el ventajismo, muy manejados por muchos sectores de la economía pública y social, que tienen su origen en vicios de administración pública que implican quedarse donde se está, como nos ocurrió al poner en práctica el modelo cepalino de la sustitución de importaciones que precisamente por no haber sido diseñado con la dinámica arriba mencionada se anquilosó, y se tradujo en devaluaciones frecuentes (riqueza artificial) y vicios como la especulación y el contrabando.

El gobierno nunca ha podido entender que el fundamento del desarrollo es el crecimiento de la capacidad de trabajo, con resultados tangibles, de su población, tanto de la empresarial como laboral, con estímulos, definidos como la inducción para obrar, fundamento del empresarismo, que en Colombia se ve restringido por un exceso de regulación, ya diagnosticado pero impedida su solución por el hecho de que la regulación es el soporte de la excesiva burocracia que nace del sector político, que con su costo crea el círculo vicioso del Estado pesado y además inoperante.

Ya es costumbre que el plan de desarrollo se convierta en un mercado persa de peticiones de sectores, tanto sociales como politiqueros, que buscan cada uno su ventaja.

Los productores piden protección arancelaria contra los importadores, y los importadores hacen lo mismo contra los productores, sin mirar y ver y comparar el efecto de ello en la producción nacional, que precisamente por no tener estímulos para producir, vender y comprar en franca lid industrial (del latín ‘industriae’, que significa ser industrioso, cosa que no se puede hacer en Colombia por tener un Estado estorboso).

El plan termina aprobándose pero expuesto a que cuando ello ocurra y se ponga en práctica se le encuentren todas las falencias y se tengan cuatro años de desilusión por lo que no se hizo, se hizo pero mal, y lo que se debió hacer pero no se hizo y se agrandó.