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La proporción tributaria

Nuevamente el Gobierno Nacional amenaza a la ciudadanía con un aumento en...

6 de enero de 2016 Por: Ode Farouk Kattan

Nuevamente el Gobierno Nacional amenaza a la ciudadanía con un aumento en los impuestos, adornado con el apelativo de estructural, pero cuyo propósito no es otro que recaudar más dinero para nutrir las arcas del Estado y atender el, ya diagnosticado como desbocado, gasto público.Desde hace algún tiempo se viene previniendo a Colombia de la necesidad de racionalizar el gasto público so pena de romper el equilibrio tributario, que significa mantener los impuestos en una proporcionalidad funcional, llevando con esta ruptura al país a una espiral de crisis.El Gobierno Nacional parece desdeñar la realidad de que el “bolsillo único ciudadano”, concepto que significa que el mismo ingreso tiene que contribuir, en muy difícil reparto, a muchas arcas estatales y pseudoestatales y abarca a toda la población, pues si bien los aportes más visibles los pagan personas y empresas de riqueza, hay otros que golpean el bolsillo de la gente del común y disminuyen el ingreso neto para el sostenimiento familiar, como son el IVA que se cobra sobre la canasta familiar, y una cantidad de impuestos que se repiten en cargas de diversa figura en los niveles nacional, departamental y municipal, y en un paralelo esquema de costos espurios del aparato estatal, que es muy raro aquello que no se tasa en dinero o en trámites onerosos.Ya en muchos estudios sobre la no competitividad de Colombia en el mundo este fenómeno de la excesiva, y poco retributiva en términos de eficiencia y eficacia, carga estatal se le llama “El costo país” referente comparativo que es un ‘yo-yo’ en el cual siempre salimos mal librados.Y el principal villano que continuamente se detecta como responsable del ya identificado sobrecosto país es el tributario y el tramitacional (hijo putativo del tributario).Si en verdad se trata de hacer una reforma tributaria estructural integral, equilibrada y armonizada, no se puede hacer solamente sobre los impuestos nacionales, sino también sobre los departamentales y municipales y mucho más importante sobre los tramitacionales, que se juntan en el ya mencionado “bolsillo único ciudadano”, que es el que más sufre cuando los muchos tentáculos de la estructura estatal le meten la mano.También es claro que si se va a hacer una reforma tributaria estructural ello debe conllevar una reforma de la estructura del Estado, en todas sus figuras político administrativas, que en el caso colombiano es innegable que es ‘pesada’ y puede recibir un adelgazamiento al tenor de la tendencia del ‘lean management-gerencia delgada’ que hoy se preconiza, y que mucho le calza a la nueva figura del post conflicto, definido como una Colombia sin los vicios del pasado.