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La lección de Don Quijote

“¿No os dije yo, señores, que este castillo está encantado y que alguna legión de demonios debe habitar en él? Y, como confirmación de ello, quiero que veáis con vuestros propios ojos que ha pasado aquí".

23 de octubre de 2019 Por: Ode Farouk Kattan

(De El Quijote, primera parte, capítulo XLV)
“¿No os dije yo, señores, que este castillo está encantado y que alguna legión de demonios debe habitar en él? Y, como confirmación de ello, quiero que veáis con vuestros propios ojos que ha pasado aquí y trasladado entre nosotros la discordia del campo de Agramante. Ved cómo allí se peleaba por la espada, aquí por el caballo, acullá por el águila, acá por el yelmo y todos peleamos y todos no nos entendemos. Venga, pues, vuestra merced, señor oidor, y vuestra merced, señor cura, y el uno sirva de rey Agramante y el otro de rey Sobrino, y póngannos en paz. Porque por Dios Todopoderoso que es gran bellaquería que tanta gente principal como aquí estamos se mate por causas tan livianas”.

Habiendo transcurrido quinientos años mal contados desde que Miguel de Cervantes Saavedra escribió estas líneas, se dice que para burlarse del modo de ser y de hacer de la España de su tiempo, vemos con gran desasosiego que en nuestra Colombia tal comportamiento se reproduce, ocurriendo esto porque si bien en la España cervantina el “se mate por cosas tan livianas” aparezca como un decir, en nuestro país los muertos son “contantes, sonantes y peor, sin saber por qué” más allá de lo que una sociedad civilizada puede tolerar sin llamar la atención mundial, cosa que demerita nuestra imagen, y se manifiesta en la sensación de inseguridad que nos asusta en todas las encuestas (Vox Populi, Vox Dei), y peor, se cuenta en las noticias, especialmente las teletransmitidas, y aun peor, no parece ceder a pesar de todo lo que dizque hace el gobierno para que ello no ocurra.

La inseguridad física por riesgos citadinos (valga decir: todos) es el peor de los estorbos que una sociedad puede tener para el normal desenvolvimiento de la vida citadina o rural, con un efecto negativo sobre le economía social.

Pero si vamos al origen de ello, mucho nos sirve el decir de don Quijote, que detalla con mucha precisión el comportamiento de las gentes como fuente de disociación.

No se sabe de donde vamos a conseguir un señor Oidor, un señor Cura, para que sirvan de Agramante y Sobrino que nos pongan en paz, pues, como lo dice el Quijote, “es bellaquería que la gente principal sea la que ponga a la gente no principal a ‘matarse’. Y mucho mas ofensivo para la sociedad, que el gobierno aparezca inhábil para corregirlo.

Esto es una falacia porque sí sabemos, pues así como el escrito de don Quijote lo dice: allí se pelea por la espada, aquí por el caballo, acullá por el águila, acá por el yelmo, y todos peleamos y todos no nos entendemos.

La última palabra lo dice todo: no nos entendemos, cosa que se debe a que el castillo está encantado y una legión de demonios debe de habitar en él, pero es que nosotros como sociedad no hemos hecho el esfuerzo, por habernos dejado imponer la disensión política y social como ‘modus funcionandi’.

El diccionario de la lengua castellana nos deriva la palabra corrupción del latín al español como: dañar, estropear, falsear, depravar, oler mal, abuso y nos señala el camino para desencantar nuestro castillo y liberarlo de los demonios.