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El túnel del tiempo del conflicto

Frecuentemente, en los espacios en los que se habla del costo del...

5 de diciembre de 2015 Por: Ode Farouk Kattan

Frecuentemente, en los espacios en los que se habla del costo del conflicto armado interno colombiano, muy poco se toca y valora el tema del factor ‘tiempo perdido’ que este nos ha costado.Recientes análisis nos están mostrando que mientras el mundo se ocupó durante los últimos cincuenta años de avanzar en su desarrollo económico, social y tecnológico, algunos países se rezagaron en la solución de sus problemas y en la edificación de una sociedad funcionante y más bien retrocedieron. Entre ellos esta Colombia.Hoy, cuando el tema del post conflicto y su costo está en primer plano, no se puede desdeñar el del costo del conflicto mismo, medido en términos de la irresponsabilidad política y social que ha tenido Colombia por la primacía que le ha concedido al conflicto armado en las decisiones del Estado, cosa que sería valiosa si se hubiera tenido éxito en su solución y desaparición del mapa social nacional.Sin embargo, si estamos en el proceso de La Habana, que ya se volvió otro conflicto pues a unos gusta y a otros no, la realidad es que ello se debe a que el conflicto rebasó la copa pues se volvió el tema político más importante en el manejo de la cosa pública, pero no para solucionarlo, sino para mantenerlo en un perverso primer lugar, ya sea por terquedad, egolatría, politiquería, o incapacidad de solucionarlo, o interés en su continuidad por conveniencia (‘Qui prodest’: quien se beneficia). Se habla de la corrupción político administrativa que en algunos análisis se señala como utilizando el conflicto armado como el gran distractor para sus fechorías, pues a medida que los fusiles callan los chanchullos resuenan.Si se hace un inventario de las oportunidades perdidas para la población y para su ‘status’ social, no habría suma para cuantificarlo y para resarcirlo.Cuántas personas, vale preguntar, vieron su vida truncada no solamente por el efecto del uso de armas o de violencia sino por la perdida de las oportunidades normales de la vida en cualquier sociedad ordenada, y hoy sufren un estado social y económico precario. El daño que le ha hecho, no solamente el conflicto armado sino su permanencia como patrón de decisiones por 50 años, a la republicanidad entendida como sistema político, no hay como evaluarlo en sus manifestaciones de criminalidad, pérdida de la moral poblacional, proliferación de malas costumbres generadas por la pobreza, y la desesperación social, muy presentes en las noticias así los gobernantes las nieguen.La mejor manera de disminuir y poder pagar el costo del postconflicto es en la forma de un túnel del tiempo pero en reversa, es decir, una forma de reponer cincuenta años de mal gobierno con buen gobierno, lo cual indudablemente tiene que pasar por un cambio sustancial de la moral gubernamental.