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De la mula al jet

Esta expresión nació en Colombia cuando comenzaron la industrialización y modernización gestadas por el modelo cepalino de desarrollo en los años 50 y el país comenzó a identificarse con los adelantos industriales, pretendiendo alejarse de su atraso relativo.

29 de junio de 2018 Por: Ode Farouk Kattan

Esta expresión nació en Colombia cuando comenzaron la industrialización y modernización gestadas por el modelo cepalino de desarrollo en los años 50 y el país comenzó a identificarse con los adelantos industriales, pretendiendo alejarse de su atraso relativo.

Esta expresión tenía varias connotaciones pues por una parte significaba empujar al país como un todo hacia los adelantos tecnológicos, científicos y mercantiles que moldeaban ya al mundo, siendo uno de sus más significativos ejemplos el avión propulsado a chorro (el jet) que se mostraba como el símbolo de la velocidad, y por otra cómo hacerlo utilizando como punto de inflexión la mula, típico vehículo de carga del campesino primitivo.

Infortunadamente nuestros sucesivos gobiernos (que según el diccionario deben ser los conductores de la sociedad y promotores de su desarrollo) no comprendieron que la modernidad no solamente puede ser jalonada por las fuerzas foráneas del desarrollo sino que debe ser impulsada dinámicamente por la gestión criolla y que ella requería que todo el aparato productivo, empezando por el de la mula (medio y símbolo de la carga y transporte al mercado del primitivismo campesino) fuera el punto de partida.

Así las cosas el proceso de alcanzar al jet, que es lo que el gobierno ahora pretende lograr con toda clase de tratados y conexiones (como la de la Ocde), que requieren realidades y no engañosas presentaciones, debe ser revisado.

Nuestra población cree que está en el Siglo XXI porque tiene acceso a los ‘gadgets’ de la tecnología cibernética, pero su modo de vida normal está muy atrasado, en algunos casos en el Siglo XX y en otros hasta en el Siglo XIX, como lo reflejan los destapes noticiosos que muestran nuestra pobreza campesina y citadina. Esto mantiene el círculo vicioso del subdesarrollo, o sea la mula que nunca puede alcanzar al jet.

En la medida que la población aumenta en número y en necesidades y apetencias, que los gobiernos mismos estimulan con el promeserismo, más gente quiere pasar de la mula al jet, sin sabor cómo.

La dispersión poblacional debido al errático desplazamiento provocado por la difícil búsqueda de empleo, que por culpa del mismo gobierno no está a la vuelta de la esquina por falta de real desarrollo, si bien es cierto que permite a las gentes en ciertos casos encontrar novedosas y diversas oportunidades de llegar al jet, de todos modos se quedan en un, y mucho, rato en la mula.

El gobierno no ha entendido, o querido entender, que el empresarismo pequeño y mediano, la pyme, absurdamente agobiado por una pésima política de traslado de cargas y trabas disfrazadas de formalidad, en vez de estimulado, es el instrumento más apropiado para hacer que la mula llegue a jet, así no sea un Boeing o Airbus, pues en el desarrollo empresarial no todo tiene que ser gigante, como gusta a los gobiernos que sean, porque así pueden presumir de progreso tapando el retraso con discursos.