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No me vayan a regalar 101267

Como muchísimas personas están en la tarea de buscar un regalo para...

17 de marzo de 2020 Por:

Como muchísimas personas están en la tarea de buscar un regalo para darme en esta Navidad -detalle que de antemano agradezco- quiero ayudarles en la escogencia de tan significativo óvolo, no diciéndoles qué me gustaría que me obsequiasen, sino por el contrario, que no quiero que me regalen. No quiero cajas de pañuelos, ni medias, ni piyamas, ni chanclas, ni pantuflas. Ya en ocasiones anteriores me aperaron de estos objetos, muchos de los cuales no me he estrenado aún.No, mil veces no, libros de autoayuda o de “hágalo usted mismo”, y menos esos que hacen referencia a envejecer con dignidad o aquellas biografías interminables de personajes que uno ignora quienes fueron. Ah, tampoco deseo discos de Los Panchos, de los Tres Tenores , ni de zarzuela, ni videos de las películas Ben Hur y Los Diez Mandamientos.Y hablando de sonido, por favor, no quiero despertadores con unos timbrecitos mariquitas, y menos Rolex o Cartiers chiviados, por más originales que parezcan, como tampoco zapatos y correas Louis Vuitton que a la segunda puesta miran para arriba los unos y se les cae el cuero a las otras.No, porfa, enlatados de dudosa procedencia que, generalmente, ya están vencidos y que encierran sardinas, angulas, quesos y espárragos que desde la etiqueta se les advierte el viejor y menos anchetas con vinos Sansones, buñuelos listos para hacer, cremas de leche, compotas y hasta papel higiénico.No deseo tarjetas de Navidad que hablen de lo mucho que me quieren y me anuncien que me han matriculado en una cadena de oración para que me vaya bien en el 2012.Ojo con los licores chimbos que producen ceguera con solo olerlos. Si están estampillados mejor. De lo contrario es preferible una botella de Queen Elizabeth que un Sello negro con etiqueta desteñida.Les agradezco, pero no me obsequien bonos para una salchichería de mala muerte o un masaje o un baño turco. Y peor, “pases de cortesía” para discotecas, rarófilas en las que si uno mira más de una vez a la retorcijona de al lado se va al cementerio.Y a propósito: No me regalen lote en el camposanto, ni misas concelebradas, ni pasajes a Juanchaco o al Santuario de Las Lajas y menos entradas al circo de los hermanos Lebrón o a las piscinas de Mi Ranchito.No quiero sudokos y demás juegos de inteligencia que lo hacen sentir a uno cual cretino y mediocre. No deseo un juego de naipes o un ajedrez: Les juro que se los devuelvo y estoy hasta la coronilla de monopolios, damas y parqueses.Y cuidado con darme el regalo que yo mismo les haya dado y me explico: En alguna oportunidad obsequié un vino llamado Chateaux Prado. Se lo envié a un cliente, y este sin darse cuenta claro está, le cambió de moño y la tarjeta y me lo hizo llegar. Huelga decir que cuando me lo encontré días después me agradeció el regalo y me habló bellezas del vino en cuestión.Nada de chistecitos pendejos de pañales, haches tres y viagras. Y menos condones multisabor y multicolores o consoladores y demás corrompisiñas.Mejor dicho, amigos y amigas, no me obsequien nada, porque así como a caballo regalado no se le mira el colmillo, a un Sirirí tan complicado lo mejor es desearle que no joda tanto hasta para recibir un pinche regalo.

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