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La tormenta de Trump

La frase está en boca de todos. En español se llama juicio político, en inglés el nombre es más dramático: ‘Impeachment’ y el apellido es Trump.

27 de septiembre de 2019 Por: Muni Jensen

La frase está en boca de todos. En español se llama juicio político, en inglés el nombre es más dramático: ‘Impeachment’ y el apellido es Trump. El detonante fue la revelación de un delator (según el diario New York Times un empleado de la CIA), que denunció el contenido de una llamada del mes de julio entre Donald Trump y el nuevo presidente ucraniano Volodymir Zelensky. En esta llamada, escuchada por un equipo de funcionarios del gobierno, y cuya transcripción ha leído medio mundo, el presidente americano intentó negociar ayuda militar a Ucrania a cambio de desenterrar información dañina sobre los negocios del hijo de Joe Biden en ese país. El exvicepresidente de Obama, candidato presidencial y puntero en las primarias demócratas es el principal rival de Trump. En la llamada queda muy claro que desde la Casa Blanca se estaba fraguando un negocio con Zelensky para dañarle el caminado a Biden.

Frente a estos hechos, la presidente del Congreso Nancy Pelosi, formidable estratega demócrata, anunció la apertura del proceso de impeachment contra Trump. Lo curioso es que después de dos años de investigaciones contra Trump, ella se había negado a avanzar con este mecanismo, pero bastaron solo dos semanas del escándalo de Ucrania para activarlo. Pelosi pensaba con razón que esta pelea podría polarizar el ambiente y complicarle a los demócratas las elecciones de Congreso del año entrante. Pero los vientos cambiaron y esta semana empezó una telenovela política que dominará el ciclo electoral por cuenta de un mecanismo que ha ocurrido solo tres veces en la historia presidencial del país. Hasta ahora, en circunstancias diferentes, han pasado por el paredón Andrew Jackson, Richard Nixon y Bill Clinton.

El proceso está inventado: el disparo inicial se dio en la Cámara de Representantes de mayoría demócrata donde se requiere una mayoría simple de votos, que rápidamente se confirmaron. De ahí se complica el juego, ya que en el Senado, que controla el partido del Presidente, se requiere una supermayoría, es decir 67 de los 100 votos. Para resumir, tendrían que desmarcarse de Trump y votar para destituirlo veinte Republicanos, algo que hoy parece improbable.

Los hechos apuntan a que la corrupción de la presidencia de Estados Unidos, que hasta ahora se limitaba a sospechas y especulaciones, podría ser un hecho comprobable. Las declaraciones del delator quizás profundicen las pruebas e involucren al vicepresidente Pence, al fiscal Barr, al abogado Giuliani y a otros conspiradores. Despues pueden pasar varias cosas. La más probable es que los Republicanos se atrincheren alrededor de su presidente, quien por odiado que sea fuera del país aun mantiene una base de seguidores feroces que se traducen en votos para las elecciones regionales. Pero también podría suceder que las pruebas sean tan contundentes y dañinas que el partido abandone a Trump para salvarse, y que de las docenas de exfuncionarios de su gobierno aparezcan otros soplones. En la oposición ya se oyen voces que toman distancia, como la de Mitt Romney, excandidato a presidente y Senador, que sin duda está calculando cómo sería la campaña con un Trump investigado. Los Republicanos tendrán que escoger entre la conciencia del partido y los cálculos electorales.

Lo único cierto dentro de este ciclón político es que un Trump herido se vuelve más peligroso. Sus intentos de defenderse van a salpicar a más de un opositor y también a sus aliados. No es descartable que despliegue su impresionante capacidad de distracción con una tormenta política o militar. También está claro que Joe Biden tendrá que responder por los líos de su hijo, reales o inventados. Y que los demócratas sacarán jugo al circo, los principales diarios intentarán con investigaciones serias tumbar al presidente, mientras los que no son tan serios sacarán tajada y audiencia. Arde Washington en este final de verano, y en el metro y en la calle todos especulan, salvo los más curtidos que resumen los hechos con una frase: “Estoy harto de Trump, y también de los antitrumpistas”.

Sigue en Twitter @Muni_Jensen