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Guyana está de moda

Es un pequeño país de menos de 800 mil habitantes, que a pesar de tener como vecinos a Brasil y a Venezuela, se comporta como un país del Caribe angloparlante.

11 de octubre de 2019 Por: Muni Jensen

Es un pequeño país de menos de 800 mil habitantes, que a pesar de tener como vecinos a Brasil y a Venezuela, se comporta como un país del Caribe angloparlante. En esta excolonia holandesa y británica no se juega fútbol sino croquet, no se oye merengue sino calipso. La lengua oficial inglés, en las calles se habla el creole y hay una numerosa población de origen indio y africano. Se practica el hinduismo y el islam al lado del cristianismo. Hasta hace unos años era un país verde y pobre dedicado a la minería de oro y a la caña de azúcar.

Todo cambió en 2015 cuando Exxon Móbil encontró en su territorio una de las reservas de petróleo y gas más grandes del hemisferio, con una capacidad mayor a 200 mil barriles diarios y un potencial exponencialmente mayor. El descubrimiento del pozo, llamado Liza, cambió para siempre el panorama de este país, que se convertirá a partir del 2020 en uno de los mayores productores mundiales de petróleo. Y llegarán ríos de dinero. Según el Banco Mundial, el crecimiento del PIB para esa época podría aumentar de un modesto 4,6% al 34% y se convertiría en el Qatar de las Américas.

Pero la realidad no es tan simple, ya que la historia demuestra que la llegada de una bonanza súbita en un país que no está preparado puede manejarla se convierte en una maldición. En Guyana no hay estructuras bancarias, regulatorias ni políticas, ni hablar de ambientales y educativas para aguantar tanto dinero. Ni qué decir de infraestructura y capital humano, que es escaso y poco preparado. Ante la perspectiva que pinta la industria, el país no tiene forma de prepararse en tan poco tiempo.

¿Cómo puede evitar Guyana el convertirse en víctima de su buena fortuna? Para empezar, puede aprender de los ejemplos buenos y malos que han vivido y sufrido bonanzas similares. Es especialmente notable el caso del vecino, Venezuela, que es el vivo ejemplo de cómo no administrar estos recursos, y los noruegos tienen mucho para enseñarle a los países pequeños en el arte de gobernar los recursos energéticos. Pero es quizás en África donde se encuentran las mejores lecciones de los dos extremos, desde Ghana, que gracias a unas políticas responsables y un plan de desarrollo sostenible se convirtió en bonanza petrolera, y Botsuana que con su buen gobierno aprovechó las circunstancias, hasta Uganda, que por ineficacia no ha podido ni empezar a avanzar en la exploración de sus pozos. Estudiar a fondo estos casos podría evitar desastres.

En el lado político guyanés hay puntos vulnerables. Aunque el gobierno ha dado pasos importantes en la creación de mecanismos de transparencia, y emprendió reformas legales, financieras, y de infraestructura, no son suficientes y las perspectivas de riqueza ha causado estragos políticos. El gobierno tuvo que llamar a elecciones anticipadas al recibir un voto de no confianza en diciembre. Presionados por la oposición, que ocupó el poder durante 18 años, se fijaron los comicios para marzo del 2020, justo el momento en el que empezará la explotación del Liza. No habrá otro tema de campaña distinto al petróleo. Al presidente David Granger se le abona su esfuerzo por combatir la corrupción, pero se le castiga la lentitud en la gestión, mientras que el partido opositor tiene un récord invertido: eficaz pero corrupto.

Para complicar las cosas, Venezuela, que ya le tiene el ojo puesto a los ríos de petróleo de sus vecinos, agudizó su eterno conflicto fronterizo y hasta envió barcos de guerra para mostrar su músculo militar. No resulta sorprendente. Hay quienes aseguran que toda la región se verá afectada por los ríos de dinero que fluirán a este país caribeño. Añadir un productor mundial de esa magnitud sin duda tendrá réplicas en el negocio petrolero a nivel geopolítico por muchos años más.

Las tareas pendientes son infinitas, tan grandes como el potencial de riqueza de Guyana. El éxito dependerá de un buen gobierno, el apoyo de entidades multilaterales, y un desarrollo responsable por parte de las empresas privadas involucradas. Si se logra, son infinitas las posibilidades de reducir pobreza, recuperar la diáspora, generar oportunidades de empleo educación y crear un bienestar a futuro.

Sigue en Twitter @Muni_Jensen