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Gobiernos de retazos

Este fin de semana se llevará a cabo, por cuarta vez en cuatro años, una elección general en España.

8 de noviembre de 2019 Por: Muni Jensen

Este fin de semana se llevará a cabo, por cuarta vez en cuatro años, una elección general en España. Se presentan casi los mismos que las veces anteriores: el presidente de gobierno Pedro Sánchez por el partido socialista (Psoe), Pablo Iglesias de la izquierda de Podemos, Albert Rivera de Ciudadanos, Pablo Casado por el Partido Popular de centro derecha, y Santiago Abascal de la derecha extrema, Vox. Jóvenes todos, en la superficie parecen representar una renovada generación de políticos españoles. Pero la realidad es más compleja.

España, que había sido esencialmente bipartidista desde la transición a la democracia, hoy cuenta con nuevas agrupaciones políticas que, aunque reflejan un país más pluralista, generaron un bloqueo político sin aparente solución. Desde el 2015, solo una vez se logró llegar a la mayoría suficiente para formar un gobierno. Sánchez, que tampoco consiguió mayoría parlamentaria, buscó desbloquear el sistema a través de una nueva elección. No está tan claro que lo vaya a lograr. En medio del vacío político quedan asuntos sensibles como el nacionalismo catalán, la disminución del crecimiento económico, y el contagio en el país de los movimientos globales nacionalistas.

Pero España no es el único país con coaliciones parlamentarias sin mayorías, frágiles y fracturadas. En Europa, tanto Alemania como Italia viven momentos delicados. Merkel, que parecía imbatible hace pocos años, hoy gobierna desde la Unión Cristiana Democrática con las uñas y acompañada a regañadientes por partidos de centro que cada vez pierden más espacio frente a los extremistas de derecha. Parece mentira que por primera vez desde 1949 el país no pudo crear una mayoría de centro en el país más fuerte de Europa. En Italia, donde el caos político es costumbre, gobernaron por poco más de un año los populistas Cinco Estrellas y la Liga, reemplazados recientemente por una combinación dispareja más moderada, que reconoce el valor de la Unión Europea en momentos de incertidumbre económica. No está claro si estos rompecabezas aguantarán hasta la anunciada dimisión de Merkel en 2021 ni las próximas elecciones italianas de 2022.

Canadá, un país que parece tan estable y políticamente racional no se escapa del caos. Justin Trudeau, tan alabado por la centroizquierda mundial, perdió su lustro recientemente por escándalos de corrupción y la aparición de polémicas fotos suyas con la cara pintada de negro. Ganó raspando las recientes elecciones pero también perdió la mayoría absoluta. Hoy el afable y debilitado gobernante tendrá que negociar el plan de gobierno con sus principales rivales conservadores. En Israel, Benjamín Netanyahu no ha podido armar gobierno a pesar de que ganó las elecciones hace seis meses. Su principal opositor, el excomandante del Ejército, tampoco tiene despejado un camino para llegar al poder. En el horizonte se ven nuevas elecciones y más rupturas. Y ni hablar del Líbano, del Reino Unido, Malasia, Austria y tantos más, donde se arman gobiernos a pedacitos.

No es fácil generalizar sobre las causas de este fenómeno. Los sistemas parlamentarios que siempre han contado con las coaliciones para gobernar, hoy parecen ser vehículos de desgobierno. La democracia misma está bajo fuego por la aparición de partidos extremistas, y también por el hastío ante gestiones pobres y muchas veces corruptas por parte de las agrupaciones de centro. Pero la solución no es vender el sofá, sino buscar los rotos.

A pesar de que la democracia a primera vista no haya tenido un buen año, globalmente la participación política ha crecido, la libertad de expresión y la rendición de cuentas ya son exigencias globales y el sector privado está despertando de su inconsciencia y busca maneras de insertarse de manera constructiva para cerrar la brecha entre los gobiernos y la sociedad civil.

Sigue en Twitter @Muni_Jensen