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El alcalde musulmán

Se llama Sadiq Khan. Tiene 45 años y su familia nació en...

14 de mayo de 2016 Por: Muni Jensen

Se llama Sadiq Khan. Tiene 45 años y su familia nació en Pakistán. Creció en un suburbio pobre de una gran capital de Occidente. Su padre, chofer de bus y su mamá, costurera. Creció con sus siete hermanos en una pequeña casa de tres alcobas y desarrolló un temperamento fuerte y combativo. Fue en ocasiones víctima del racismo y la discriminación, y de jóven aprendió a boxear.Este no es el perfil de un terrorista extremista. No. Es un retrato de la niñez del nuevo alcalde de Londres, metrópolis de 8,6 millones de habitantes, donde a partir del 6 de mayo manda este joven abogado, convertido en brillante parlamentario del Partido Laborista y que ha dedicado su vida a avanzar los derechos civiles. La votación de Khan, de 1,3 millones de londinenses, fue la más alta en la historia del Reino Unido. Su elección fue titular en el mundo entero.¿Qué importancia tiene el triunfo del primer alcalde musulmán de una de las principales ciudades del mundo? Primero, para Londres, fundada por los romanos, el voto abrumador por un candidato musulmán, de clase trabajadora, sin padrinos políticos, es motivo de orgullo y ejemplo. Para el Reino Unido, un llamado de atención a los que proponen la salida de Inglaterra de la Unión Europea, y a la campaña del ‘Brexit’ que han secuestrado los xenófobos. Para los partidos extremistas de Europa es una bofetada de sensatez, y para los que lideran campañas contra los inmigrantes en todos los continentes, un espejo para que se miren la cara de cobardía.Para los jóvenes musulmanes que se dejan seducir por organizaciones terroristas que buscan reclutarlos hay otra lección. En palabras de Khan, “se puede ser británico, musulmán, y político”. Desde su cargo se convierte en un símbolo de que para un jóven inmigrante en Europa puede existir el progreso, la práctica libre de la religión, y una vida plena, sin recurrir al jihad, a la muerte y a la destrucción.Sin duda el nuevo alcalde no la tiene fácil. Londres atraviesa las crisis de transporte, seguridad y pobreza que sufren todas las grandes ciudades. Su capacidad de gestión es limitada y las expectativas, altísimas. A diferencia de otros países, los alcaldes ingleses no tienen grandes poderes ni amplios presupuestos. Para todo lo grande deben pedir permiso al Parlamento. Pero hoy la plataforma de Khan es más grande, su elección más significativa y su capacidad de influencia mayor por ocurrir su triunfo en un momento en el que en ambas orillas del Atlántico circulan correos titulados ‘La amenaza musulmana’, y que en el ‘melting pot’ gringo, Donald Trump gana adeptos cuando promete construir un muro. Su triunfo llegó el mismo día en que un joven y moreno profesor de matemáticas de Princeton y, de origen italiano, fue denunciado por su vecina de puesto, bajado de un avión e interrogado como terrorista, por escribir en silencio fórmulas y números en un cuaderno. No debería ser noticia la elección del carismático Khan. En una de las ciudades más diversas del mundo, donde se hablan 300 idiomas, y más de la mitad de su población no es blanca, donde uno de cada tres habitantes nació fuera de Europa y hay más restaurantes indios que ingleses, no debería soprender que el alcalde sea un hombre o mujer de origen extranjero. Pero hoy el miedo a veces parece haber opacado la solidaridad, y la paranoia le gana en las elecciones a la esperanza. En estos tiempos de fronteras con llave y mentes cerradas, ¡bienvenido y con megáfono el alcalde musulmán!Sigue en Twitter @Muni_Jensen