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Castillo de naipes

Su sucesor enfrenta un público desanimado, una crisis parlamentaria, retos políticos y económicos y un país aún en lágrimas por su Reina, sin entusiasmo por la sucesión del ahora Rey Carlos.

21 de octubre de 2022 Por: Muni Jensen

El jueves pasado renunció Liz Truss, la primer ministra del Reino Unido, tras solo cuarenta y cuatro días al mando. No fue cualquier cosa ese mes y medio. Su corto mandato coincidió con la muerte y el funeral de la Reina Isabel, que mantuvo la corona durante setenta años, dejando un profundo duelo y una sensación de incertidumbre entre los ingleses, acostumbrados a que los sismos políticos se suavizaban con una monarquía que representaba la solidez y la continuidad.

El mandato flojo y errático, y la pronta renuncia de Truss solo acentuó el sentimiento de orfandad. En mes y medio su intento de reforma tributaria hundió la economía inglesa, arrasó con la libra, y precipitó un rescate del Banco de Inglaterra. En los últimos días despidió a su ministro estrella, y renunciaron otros. El gobierno cayó en un espiral sin salida. El chiste en las redes en los últimos días es que duraría menos la primera ministra en el cargo que una lechuga en marchitarse. La lechuga sigue fresca.

Sin apoyo de su partido ni del público, ni ministros, y su aprobación en caída libre, algunos se preguntan si este capítulo demuestra que la democracia inglesa está en decadencia. Otros señalan la pronta salida de Truss justamente como una seña de país saludable, que rinde cuentas directamente a sus gobernantes y no se esconde detrás de poderosas estructuras partidistas. Lo cierto es que la mediocre política rompió el récord del mandato más corto, en un país donde los primeros ministros han durado diez años como Tony Blair, o tres como Gordon Brown, Teresa May y Boris Johnson.

Sin duda, a pesar de la breve celebración de los mercados, los problemas persisten. Su sucesor enfrenta un público desanimado, una crisis parlamentaria, retos políticos y económicos y un país aún en lágrimas por su Reina, sin entusiasmo por la sucesión del ahora Rey Carlos. Ni hablar de los rezagos de inestabilidad post Brexit, un costo de vida por los cielos y una nube gris de recesión global.

En lo político el panorama es complejo. Liz Truss fue la tercera conservadora en salir agachada desde el Brexit. Su partido está en guerra interna y la oposición también dividida. ¿Qué le espera al Reino Unido? Casi nada: recuperar su espacio en la mesa de líderes de Occidente, recomponer su fracturada democracia, y buscar espacios de integración y alianzas estratégicas contra el doble peligro del populismo y del terrorismo.

El país todavía es un referente mundial, y un socio importante para Estados Unidos, que también enfrenta sus propios enredos y de Europa, hoy entre la espada y la pared con la invasión rusa de Ucrania. La UE, en vez de burlarse de los ingleses por su caos político debería más bien mirar hacia adentro en una región donde cada vez más impera el populismo por encima del estado de derecho. En vez de juzgar lo sucedido debe buscar lecciones para mantener la unión y ante todo los valores democráticos.

Hoy el mundo necesita un frente unido contra Putin y la invasión de Ucrania, una voz fuerte de advertencia a la China expansionista y sus planes poco secretos de invadir a Taiwán. También urge un fuerte contrapeso en el Medio Oriente donde los múltiples conflictos entre dueños de armas nucleares se convierten en otro foco de preocupación.
Los colombianos ya no necesitan visa para visitar el Reino Unido. Gran noticia y excelente oportunidad para visitar y recordar que hasta los países más democráticos tambalean por gobiernos flojos y pierden vigencia cuando las peleas internas superan los ideales comunes.