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Santiago Cruz Hoyos

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Milagro en Tumaco

117 años después, en Tumaco se acogen al evento sobrenatural por un nuevo milagro: que la ola de violencia que se ha mantenido sobre el municipio, sea disuelta por el Milagro de la Ola

10 de junio de 2023 Por: Santiago Cruz Hoyos

Según la tradición católica, un milagro ‘Eucarístico’ es un evento sobrenatural que ocurre durante la Eucaristía, aquel ritual en la misa en el que el vino y la hostia sagrada se convierten en la sangre y el cuerpo de Cristo. En todo el mundo se han documentado más de 1000 casos que terminaron siendo reconocidos como ‘Milagros Eucarísticos’. En Colombia hay solo uno. Ocurrió en Tumaco.

Fue a eso de las 10:00 de la mañana del 31 de enero de 1906. Ese día se sintió el que hasta el momento ha sido el terremoto más fuerte en la historia del país, cuyo epicentro se localizó en la frontera entre Ecuador y Colombia. Ese temblor también está en el ‘top 10′ de los más intensos en la historia del mundo. Es conocido como ‘el sismo de Tumaco’, que dio origen a un gran tsunami. Su magnitud fue de 8,8, diez veces mayor al terremoto que el pasado 6 de febrero de 2023 dejó más de 40 mil muertos en Turquía y Siria.

El milagro que ocurrió aquella mañana en el municipio conocido como ‘La perla del Pacífico’ lo documentó el beato Carlos Acutis, un estudiante italiano, programador de informática, que dedicó su vida a investigar los milagros eucarísticos y catalogarlos en un sitio web (www.miracolieucaristici.org) hasta que murió por leucemia el 12 de octubre de 2016. Tenía apenas 15 años. Acutis fue además beatificado el 10 de octubre de 2020, por un milagro que le atribuyen: la curación, sin explicación científica, de un niño en Brasil.

Sobre el milagro de Tumaco, Acutis escribe: “El 31 de enero de 1906, los habitantes de una pequeñísima isla del Pacífico sintieron un fuerte terremoto. Todo el pueblo corrió a la iglesia para suplicar al párroco, el padre Gerardo Larrondo y al padre Julián, que organizaran una procesión con el Santísimo Sacramento. Mientras tanto, el mar avanzaba, habiendo ya cubierto un km y medio del litoral, con la amenaza de formar una inmensa ola. El padre Gerardo, atemorizado, consumió todas las Hostias consagradas y conservó solo la Hostia Magna. Luego, dirigiéndose al pueblo, exclamó: “!Vamos, hijos míos, vamos a la playa y que Dios tenga piedad!”.

El relato de Acutis continúa: “Todos marcharon entre llantos y aclamaciones a Dios. Cuando el padre Larrondo llegó a la playa, bajó a las orillas con la custodia en la mano. En el momento en que la ola estaba llegando, alzó la hostia consagrada y trazó el signo de la cruz. La ola siguió avanzando pero antes de que el padre Larrondo y el padre Julián se pudiesen dar cuenta, la población grito: “¡Milagro, milagro!” En efecto, como si hubiera sido detenida por una fuerza invisible, la potente ola que amenazaba con borrar de la Tierra a Tumaco había iniciado su retroceso, mientras el mar regresaba a su nivel normal”.

Según los testimonios, la enorme ola quedó tan reducida que apenas alcanzó la altura de la cintura del padre Larrondo. Entre los milagros Eucarísticos, a aquel lo llaman el ‘Milagro de la Ola’. Por eso cada 31 de enero en Tumaco hay una fiesta, que incluye tres días de adoración al Santísimo y una procesión. Entre los relatos de los abuelos se repite: si no hubiera sido por ese suceso, nadie estaría vivo hoy, puesto que los antepasados hubieran desaparecido.

117 años después, en Tumaco se acogen al evento sobrenatural por un nuevo milagro: que la ola de violencia que se ha mantenido sobre el municipio, sea disuelta por el Milagro de la Ola. Tanto líderes de la Iglesia, como de la Alcaldía, se han propuesto reescribir la historia de Tumaco a partir de ese suceso. Que el pueblo sea noticia por bendiciones y no por tragedias como la guerra.

Para lograrlo, levantarán un monumento de diez metros de altura en medio del mar, en la playa El Bajito. El artista encargado de la obra es el maestro Edwin Fernando Ramos. Una réplica de la escultura (el padre Larrondo con la hostia sostenida frente a la ola) ya le fue obsequiada al Papa Francisco, en una visita a Roma de la alcaldesa María Emilsen Angulo Guevara.

El padre Hevert Alfonso Lizcano, fraile de los Carmelitas Descalzos en Tumaco, dice: “Se ha hablado en la historia religiosa de mares que se abren, como lo sucedido con Moisés, pero no somos conscientes que el agua que nos rodea en Tumaco está bendecida por Dios. Lo que pasa es que el mal -esa ola de violencia perpetua- es como si buscara borrar lo que Dios ha hecho en el municipio. Y cuando se pierde la memoria, se pierden los prodigios del Creador. Lo que pasó en este municipio en 1906 fue portentoso, y es una oportunidad para que ahora, con el monumento, se empiece a construir una realidad distinta para la población de este territorio”.

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