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En los años 70 pertenecí a la congregación de los Testigos de...

8 de febrero de 2014 Por: Miky Calero

En los años 70 pertenecí a la congregación de los Testigos de Jehová. Mi adolescencia fue complicada, fui un niño rebelde, no entendía la hipocresía de la sociedad del momento. Mi rebeldía me llevó a consumir todo tipo de drogas, hasta vivir en la calle expulsado de mi casa. En esa condición conocí a los Testigos que me acogieron y gracias a ellos pude salir de ese atolladero.Pertenecí por varios años a la congregación y llegué a ser Siervo Ministerial, una posición de privilegio. Tengo mucha gratitud y buenos recuerdos pero llegó el momento en que empecé a tener muchas inquietudes.No comparto su visión de ser los únicos escogidos y que el resto ‘del mundo’ será castigado con la muerte para darle paso a un nuevo orden de cosas donde vivirán eternamente, según la interpretación que ellos le dan a la Biblia. Muy excluyente y pretencioso pensar así, hay millones de personas que piensan distinto y son sinceras en su modo de acercarse a Dios. Hoy día creo que espiritualidad y religión son dos cosas muy distintas y que cada ser tiene el derecho de buscar su manera de acercarse a lo invisible.En esos años, los Testigos por una interpretación de unos textos bíblicos, esperábamos puntalmente ese cambio. Se hacían unas complicadas sumas numéricas a partir del año 1914 y se espera el fin del sistema actual, para un año específico, cosa que no sucedió. Todo esto tenía el aval de la Watchtower Society de Brooklyn, donde se encuentra su Cuerpo Gobernante. Digo esto porque son solo interpretaciones, todas distintas hechas por humanos, no son la ‘única verdad’, son cientos de verdades, cada cual tiene que encontrar la suya.En los años 80 fui expulsado de la congregación y son pocos los Testigos que me saludan, volví al ‘mundo’ y por su actitud ya me condenaron. Actualmente no creo en el ‘temor’ a Dios, creo en el amor a Él, no creo en la culpa y el miedo a la expulsión, creo en la compasión y la ternura, creo que hay millones de personas, en el Budismo, en el Hinduismo, en el Judaísmo, en el Cristianismo, en el Islam, que merecen ser ‘salvados’, que hay gente buena haciendo el bien en todas partes y que esos son los que Dios mira, un Dios amplio, con humor y tolerancia, virtudes que los humanos hemos perdido.Escribo esta columna con ánimo reconciliatorio haciendo un llamado al respeto. El no pensar igual no nos hace voceros del Diablo, Dios creó la diferencia y la variedad. “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, que es lo que verdaderamente importa.